viernes, 9 de septiembre de 2011

Capítulo 42

[Volviendo a casa…]

-Muy bien, pues pasamos con esta canción de Bon Jovi, “Lost highway”, un gran éxito desde hace décadas… - llegué al apartamento escuchando M80, una emisora que siempre me pareció para viejos. Pero a mi hermano y su novia les gustaba, y lo tenían puesto en el ridículo coche en el que estaba sentado. No le presté atención a la música, pues no paraba de pensar en que noches como la anterior podían ocurrir una y otra vez.  Por fin encontré amigos que valían la pena, amigos que se lo pasan bien en fiestas y emborrachándose a tope. Además de acostarse con las tías más guapas de la ciudad… Inolvidable. Un fin de semana inolvidable. Lo mejor de todo será la cara de mi hermano cuando le cuente todo… me voy a reír como nunca.

Aparqué y entré en casa. Sorprendentemente, mi hermano estaba sentado en el sofá, viendo la televisión, y no movió ni un pelo. Si quiera me miró.

-Buenas tardes. – dijo con ironía. Parecía enfadado. Seguramente por haber estado toda la noche fuera sin avisar…

-Hola. – fui hacia las escaleras, y cuando ya había subido tres escalones, Eitan se dirigió a mi.

-¿Dónde coño has estado?

-De fiesta. Pareces mamá, chaval.

-¿Y que has dormido en el porche del de la fiesta? – Bajé las escaleras y me acerqué a él mientras le contaba la movida.

-Me he tirado a un bombón, Eitan. – Me miró sorprendido y medio sonriendo. – Una chica que conocí en la fiesta. Nos emborrachamos y se puso calentita la tía. – Comencé a reírme, pero a mi hermano se le desvaneció la sonrisa. – No veas Eitan, Tamara se ha ido completamente de mi cabeza.

- Alex, me alegra que hagas amigos y que ligues, pero sabes perfectamente que no debes coger el coche borracho. Lo sabes. No quiero empezar a tratarte como a un niñato de 15 años, porque soy tu hermano, no tu madre. Pero más te vale no pasarte porque sabes que me enfado y de verdad. – Realmente, bajo la apariencia de niño inocente que pueda tener, mi hermano me intimida cuando se enfada.

-Eitan… ya soy mayorcito para que me andes con sermones, ¿eh?

- Yo solo intento evitar un accidente con el coche que te pueda matar. Por favor, no lo vuelvas a hacer. – Le afirmé con la cabeza baja, y se quedó algo más tranquilo. Aunque él sabía que si me daba la gana, volvería a hacerlo. – ¿Usaste condón?

-No, ¿para qué?

-Tú eres subnormal. ¡La puedes dejar embarazada, imbécil! Y no solo eso: puede transmitirte enfermedades y demás.

-Venga ya, tío. Seguro que se ha tomado la pastillita esa. Además, lo de las enfermedades ya está muy pasado. ¡Abuelo!




La primera tienda que visitamos fue una llamada “Joya por un día”. Un nombre bastante convincente para mi caso. 

Entramos y elegimos cuatro vestidos. Uno era rosa y corto. Demasiado de niña desde mi punto de vista, pero a él le pareció simpático. Otro era negro, largo y muy elegante. Pero era demasiado para una noche de discoteca. El tercer vestido era beige, con un bonito diseño. Pero el color no me gustaba, el beige no me suele sentar bien. Y el último que me probé se trataba de un vestido por encima de la rodilla de varios tonos verdes, con la parte superior pegada al cuerpo y un bonito escote. La falda suelta, como si tuviese volantes, y de una tela suave y ligera. Terminamos comprando éste último, pues me quedaba muy bien. Y Robe me regaló un bonito colgante a juego que vendían también en aquella tienda. Realmente iba espectacular aquella noche, que según intuía, iba a provocar problemas con Susana.

Después fuimos a una tienda de ropa de hombre, donde Robe se visitó con una corbata azul a rayas sobre una camisa informal blanca y unos pantalones negros que, la verdad, le hacían un buen culo. Su estilo era entre elegante e informal. Ambos llegamos al restaurante, muy guapos.

Susana nos estaba esperando, con un vestido rojo y negro bastante provocativo.  Se divisaba en su rostro una falsa sonrisa, que desvaneció de golpe cuando sus repintados ojos me miraron.

La noche no estuvo mal, en ningún momento me demostró desprecio aquella chica que me había caído tan mal. Aun así, no paraba de lanzar indirectas hacia Robe, para volver a empezar una relación seria. Algo que me cabreaba bastante, pues no podía permitirlo. Robe no se merece a una tía así.

Después de la cena fuimos andando a una disco-pub muy famosa de la ciudad. Eran las once de la noche, y le dije a Robe que no podríamos volver muy tarde, pues debíamos volver en bus. Él no parecía preocupado por ello.

Conocí a un nuevo chico allí. Jordi. Bastante simpático e inteligente. Le encantaba la marcha. Bailamos juntos, lo pasamos bien. Pero solo intentaba ligar conmigo para llevarme a la cama. Podemos hablar y reírnos cuanto él quiera, pero hoy no me lío con nadie, pues no estoy de humor.

De vez en cuando miraba de reojo a Susana y Robe. Al principio parecían muy serios. Después ella no paraba de sonreírle, intentando robarle alguna risita tonta a él. Pero hasta que no le invitó a tres copas, no lo consiguió. Lo estaba emborrachando. Qué estúpida.

Susana tenía las mismas intenciones que Jordi, solo que si pasaba algo, Robe no podría escapar. Pues es ella la madre de su futuro hijo.

Como amiga, no pude permitir tal cosa. Así que cerca de las dos de la madrugada, cogí a mi compañero e hice ademán de irme.

-¿A dónde vais?

-A casa. Ya es suficiente, Susana. Robe no puede consigo mismo. Gracias por invitarnos. – Por muy mal que me cayera, debía ser educada.

-Pero, ¿qué dices? Si está muy contento. Déjalo conmigo, que yo lo cuidaré esta noche, no te preocupes.

-Adiós, Susana. – Le cogí la mano a Robe y me lo llevé hacia la puerta. Pero ella se puso frente a mí, como un obstáculo en medio de una carretera.

-No irás a ninguna parte. Robe es mío, niñata. Puedes olvidarte de él porque no tienes ninguna oportunidad. Si no quieres terminar llorando vete de aquí y deja a Robe con quien realmente quiere pasar la noche.- No aguantaba más. Esta vez se ha pasado de la raya. Menos mal que Robe no estaba en sí y no se enteraba de la conversación.

-Sé que no tengo oportunidad, pero tranquila, no estaba buscando ninguna. Vendrá conmigo, quieras o no. Porque si he venido con él es porque no soportaría ver de nuevo tu fea cara sin nadie a su lado. Solo soy una amiga que le apoya. Espero que todo vaya bien con el niño, pero, sinceramente, pobre Robe y pobre niño por tener a una madre como tú.

Después de dicha frase, me giré bruscamente y me fui a paso ligero con Robe. Que ya empezaba a volver en sí.

-Robe, ¿a dónde vamos ahora?

-Tengo un hotel reservado para los dos… - Dijo suspirando y tocándose la cabeza- Sígueme.

Nos hospedamos en un lugar sencillo, cómodo y acogedor. Llegamos a la habitación muertos de sueño. Eran dos partes en una misma habitación, con una cama en cada parte. Estábamos tan destrozados que los dos nos tiramos nada más cruzar la puerta en la primera cama que encontramos.

-Uf, que dolor de cabeza. – exclamó Robe mientras se ponía la mano en la frente.

-¡Normal, pedazo de borracho! – Empezamos a reírnos, con esa risa tonta que te sale cuando estas cansado y que siempre es muy alarmante. Uno de los dos se tenía que levantar he irse a la otra cama.

-Vete tú… – dije con la poca voz que me quedaba.

-No…

-Sí…

Robe giró su cabeza hacia mí, y me miró descaradamente. Yo hice lo mismo. Unos minutos después me reí de su cara de bobo y el sonrió suavemente mientras me acariciaba la cara. Yo cerré los ojos al sentir su suave tacto en mi piel. Fue muy relajante.

-Gracias. – Susurrando se acercó a mí y me dio un beso en la frente. Le miré con media sonrisa, y nos quedamos fijos en nuestros ojos. Entonces, de la nada, apareció un "te quiero" de mi boca. Cuando me di cuenta, desee no haberlo dicho. Pero no me dio tiempo a decir nada, cuando los finos labios de Robe se inclinaron hacia los míos, dándome así el beso de la victoria.

No reconocí mi cuerpo, me volví valiente y le besé de nuevo. Nos quedamos serios por unos segundos y nos incorporamos a la vez. De nuevo me besó, esta vez algo más apasionado. Le cogí la corbata y lo atraje hacia mí. Él, que pareció captar el mensaje equivocado, se quitó la corbata con nerviosismo. Yo estaba flipando entre beso y beso, estaba en otra parte que no fuese ese hotel. Parecía que estaba soñando, una sensación muy rara que controlaba mi cuerpo. Volví en mí cuando me cogió la mano y me la puso sobre los botones de su camisa. Quería que se la quitara. De nuevo la sensación se apoderó de mí, manejando mis manos suavemente sobre su pecho ya descubierto. Estaba realmente sexy, y yo empezaba a volverme loca.

Por una parte estaba inmóvil, sin saber qué hacer. Pero la otra me hacía valiente y tocaba su cuerpo como si me hubiese adueñado de él.

Se colocó sobre mí y poco a poco nos tumbamos. Cuando empezó a besarme el cuello sentí una excitación increíble, y me dejé llevar. Pasó sus manos por mi espalda, bajándome así la cremallera del vestido tan bonito que llevaba.

Me acordé de Jordi, pues Robe estaba teniendo las mismas intenciones que él. Estaba algo asustada. Pero se trataba de Robe, de mi pequeño Robe. Me dejé llevar en aquella romántica noche. Sin saber si estaba bien o mal, el cariño pudo conmigo.

Acabamos totalmente desnudos. Hubo inseguridades y todo fue muy despacio, pero aun así no parábamos de dar besos. Es obvio, ya que pasamos de la raya de la amistad al colchón de aquel hotel. Pero desde mi punto de vista, nos gustó bastante a ambos. Fue muy bonito y apasionante. Incluso sus besos me sabían dulces. La mejor sensación de toda la noche fue sentirle dentro de mí. Nunca antes había sentido nada igual. Me hizo suya, y él fue mío. Solo espero que no haya sido una equivocación.

2 comentarios:

  1. OOOHH!! Lo veía veniiir!! Lo veíaa!! XD. Que bonito.. Que le den a esa tonta de Susana!! VIVAN ANA Y ROBE!

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  2. creo k cali lo ha dicho todo xD ;)

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