lunes, 24 de junio de 2013

¡Nos trasladamos!

Buenas!

Ya hemos crecido, y nos tomamos nuestro hobby más en serio. Si te gusta esta historia, ¡no sigas leyendo!
La publicaremos renovada, mejor expresada y (esperemos) mejor hecha en un nuevo blog. Será un nuevo comienzo, una nueva oportunidad para nosotras. Si quieres seguir leyendo, puedes hacerlo aquí:

http://www.yoelpresentetuelfuturo.blogspot.com

¡Saludos, y muchas gracias por tu apoyo!

domingo, 7 de octubre de 2012

Nota del autor:

 Esta historia representa, en gran parte, a nuestra infancia. Cuando éramos niñas teníamos un juego al cual, sin saber muy bien porqué, le llamamos MSP. Entre nosotras, e incluso con nuestras muñecas, inventábamos mil historias distintas, pero siempre con los mismos personajes. Claro está que usábamos mucho más la imaginación que la realidad en nuestro juego. Al fin y al cabo éramos dos niñas que disfrutaban jugando juntas. 
Pero llegó el difícil momento de dejar de jugar y de ser niñas... Esas cosas ya no interesaban. No mucho más tarde, estuvimos recordando aquellos bonitos momentos y un día decidimos escribir nuestra historia, convirtiéndola poco después en este blog. Dos años hace que lo empezamos y esperemos que sean muchos más los que podamos disfrutarlo.

La meta de "Prohibido no sonreír" es transmitir a los lectores el significado de la verdadera amistad entre personajes muy distintos y muy iguales al mismo tiempo. Demostrar cómo puede haber una bonita historia de amor en un mismo grupo durante largos años, e incluso enseñar qué es perdonar realmente y seguir adelante con una sonrisa, aun que a veces el dolor no se olvide. La fuerte y cómica forma de expresar lo que se siente aunque por dentro solo haya lágrimas y disfrutar de la vida misma como si solo fueran dos días. Es una mezcla de situaciones, sensaciones y experiencias que pretende marear a la mente, pero finalmente aclarar sus ideas volviéndola segura y conforme consigo misma. 
Esperemos que os guste y, por favor, si queréis añadir algo comentad y dad vuestra opinión sobre nuestro trabajo. Es muy importante para nosotras mejorar y seguir aprendiendo sobre la escritura, y así aplicarlo sobre los próximos proyectos. Aquí podéis enviarla de forma individual si no queréis que se haga pública: laschicasdemsp@hotmail.com
Muchas gracias por vuestro apoyo.

Un alegre saludo. 

Ana &Rebeca 



jueves, 4 de octubre de 2012

Capítulo 70


27 de abril... 6:45 de la mañana... Un rayo de sol sobre las sábanas...,y solo una persona entre ellas. Otra a no más de diez centímetros de la cama, en pie, con una bandeja entre las manos llena de un rico desayuno y decorada con una hermosa rosa roja. La coloca sobre la mesita de noche y deja su cuerpo caer a la vera del otro aun dormido. Lo abraza, le da un beso en la frente... Sus ojos se abren al mismo tiempo que una dulce sonrisa amanece de su boca.
-Buenos días, amor - susurra ella, aún desperezandose.
-Buenos días - responde él acurrucando su cara junto a la suya. - Hoy es el día - le dice al oído. - Hoy empieza todo.
Miradas serias que por dentro no paran de radiar felicidad. Miradas de pasión, de deseo, de miedo por dar ese paso, pero al mismo tiempo satisfechas de darlo juntos. Miradas que no ordenan a la boca a hablar... Y que aún así lo dicen todo.
El sol da paso a un nuevo día. El olor a café en la casa se mezcla con el de las tostadas recién hechas. Los perros ya llenos de energía arañan la puerta del jardín para salir a juguetear un rato. Se oyen bostezos y al corta-césped del vecino funcionar. Las sensaciones cotidianas seguían como cada día. Pero aquel día no era cualquier día. Todo cambiaría desde entonces. Y por fin, sin obstáculos ni miedos de por medio, aquellos sonidos, olores y gustos se convertirían en eternos para ellos dos. En una casa que será suya y en una vida compartida.
 

[...]

Un pasillo color arena. A ambos lados, sillas blancas decoradas con cintas y flores verdes y rosas. Personas frente ellas, de pie y en silencio. El techo es azul y las luces transmiten calor, uniéndose en una sola. Solo el relajante y dulce ir y venir de las olas rompe el silencio. Un chico bien trajeado, algo más original de lo normal, espera de pie bajo un artístico doble arco de madera.
Una moderna banda de jazz espera sentada y preparada al lado izquierdo. Pasan los minutos... Nada ocurre. Solo se hayan los susurros de la gente en el aire acompañados con la bonita melodía de las olas. De repente, un saxofón comienza a sonar. Esa canción tan conocida y gastada. Esa canción que solo puede significar una cosa... que ella se acerca.

Al comienzo de la pasarela de madera, se oyen pasos lentos y rítmicos. Las notas de aquellos instrumentos los marcaban. Todos se giran y callados contemplaron a la bella chica vestida de blanco. Ojos brillantes, un recogido por delante, formando detrás una rosa con su propio pelo dejada caer sobre una larga y suave melena. Vestido con un precioso diseño delantero, cual daba sensación de deslumbre. Palabra de honor, con una cola arrastrando detrás... Una maravilla.
Al igual que un cisne, bajó por aquella pasarela justo delante de Ana y Julia, quienes llevaban un precioso vestido color agua-marina acorde con el paisaje. Ambas ayudaron a su amiga a sujetar el pesado vestido por el pasillo de arena, donde se hundían sus descalzos pies.
Acompañada de su padre, cual brazo estaba estrujando de los nervios, subió a la pequeña plataforma. Él y ella. Miradas perdidas, sonrisas nerviosas, manos unidas... Y un hombre frente a ellos.
-¿Han venido aquí a contraer matrimonio por su libre y plena voluntad...? - Pasaron los minutos. El cura sonreía a los novios y continuaba con su texto. Eitan, poco después, le sorprendió con un precioso poema, sacado de una de sus canciones preferidas, que hizo que todas las mamás presentes comenzaran a llorar. - ... así pues, ya que quieren establecer la alianza santa del matrimonio, unan las manos... - continuó diciendo el cura tras el pequeño paréntesis. Por fin llegó el momento.
-Yo, Eitan, te acepto a ti, Rebeca, como... - ella le escuchaba admirada. Como si de su héroe se tratase. Nunca se había sentido tan querida y no podía creer que estuviera pasando - y amarte y respetarte todos los días de mi vida. - Se notaba en los ojos del chico nervios y deseo por acabar de una vez y covertirla en su esposa. Suspiró y, atento, dio paso a sus palabras.
-Yo, Rebeca, te acepto a ti, Eitan, como mi esposo y prometo serte fiel...- su dulce voz le envenenaba por dentro. Eitan jamás había sido tan feliz. Aquel día tan esperado había llegado. Y había tantas cosas por vivir a su lado... - todos los días de mi vida.

Cuando ambos acabaron, el cura dio paso a la entrega de anillos. Las damas de honor se acercaron con las pequeñas cestas. Las manos de Ana temblaban, mientras los ojos se le empezaban a humedecer. En tan solo unos segundos, Ana y Rebeca recordaron a base de miradas todos los momentos que habían pasado juntas, y que ese día se había hecho realidad un sueño. Se miraron. Una mirada intensa, iluminada. Una lágrima se escabuyó de los ojos de la dama de honor. No se podía sentir más orgullosa y feliz por su amiga, quien, sonriente, no pudo resistirse a abrazarla.
Los novios cogieron los anillos y Eitan se adueñó de su delicada manos derecha. Entrelazó sus dedos con los suyos, la miró fijamente con una media sonrisa y ella leyó en sus labios un 'te quiero' que le hizo estremecer y finalmente sonreir mientras aquel anillo resbalaba por su dedo anular.
Ella cogió su mano, le acarició los dedos y sin pensarlo dos veces, le abrazó. El público exclamó un gracioso '0ooh' . A Eitan se le escapó una risueña carcajada. Ella continuó y finalmente le puso el anillo. Ambos estaban deseando que el cura les diera paso al beso que sellaría tantos años de noviazgo y los convertiría en recuerdos para un duradero y fuerte matrimonio.

Pero no fue eso lo que dijo el hombre. Al parecer alguien más tenía algo más que decir...

-Buenos días a todos y todas. Soy Alex, el hermano gemelo del novio. Ya lo veis, Rebeca podría haberse casado conmigo sin problema pero no sé por qué eligió al raro. - Risas entre el público, incluso en el altar (no solo fueron los novios) - Siento interrumpir este momento, pero antes de que la persona más importante para mí de este gran paso...- suspiró y cogiendo de nuevo aire terminó la frase -... tengo que decir unas palabritas. - Tosió un poco para aclarar su voz, se movió un poco para situarse y, seguro de sí mismo, comenzóa hablar.

>>Aquí estás. Conseguiste cumplir tu sueño, hermano. Aquella noche cuando teníamos 18 años me dijiste que harías lo que fuera por seguir con ella todo el tiempo posible. Está más que demostrado que lo que te propones lo consigues. Mírala a ella: es feliz gracias a ti. Ambos sois felices. Todo es perfecto, todo salió como planeaste... Pero por mi culpa, el momento se quedó atrás. Tu sueño estaba en peligro y aún así volviste a por mí. Diste todo por tu hermano problemático que solo te amargaba más cada día. Me has cambido a base de palabras y alguna que otra torta. - Con la misma facilidad de siempre, Alex demostró su toque humorístico. -Me has ayudado a pasar este gran bache que pudo ser mi muerte. Me salvaste la vida. Y ahora soy feliz, viéndote ahí arriba a punto de casarte con lo que más te mereces. Porque estoy seguro que no hubo, ni hay, ni habrá ninguna mejor que Rebeca para ti. Estáis hechos el uno para el otro. Ella es lo que te mereces, ella y todo, hermano. Enhorabuena por haber sido tan fuerte con la muerte de papá, por haber hecho sonreír a mamá cuando no tenía motivos, por haberme convertido en lo que ahora soy, por ser tan buen amigo, y por hacer feliz a esta chica que está flipando ahora mismo de lo bueno que estás con ese traje. - De nuevo más risas y alguna que otra lágrima se resbalaba por algunas mejillas. - Ahora que me he quedado más a gusto, y te he dicho todas las razones... Quiero que sepas que estoy orgulloso de tenerte como hermano, y que te quiero, Eitan.

Eitan bajó rápidamente y abrazó fuertemente a su hermano. Su hermano, la persona a la que más se parece y de la que más se diferencia al mismo tiempo. La madre de ambos lloraba de orgullo por sus hijos en la primera fila, sin dejar de hacer fotos, como siempre solía hacer. Aplausos y fuertes silbatos que probablemente provenían de Roberto.
El novio volvió a su posición y, tras mirar a su casi esposa de nuevo y sonreirle una ultima vez antes de empezar una nueva vida, la besó.

Flores y arroz volando, la banda sonando, mil fotos de la familia y los novios, felicitaciones y un precioso coche en el aparcamiento del paseo marítimo. Todas las sorpresas fueron organizadas por Robe y Ana. La celebración fue inolvidable. Los novios la pasaron juntos gran parte, disfrutando de su día a tope entre amigos y familia. Todo salió perfecto... Lo mejor quedaba por venir: la noche de bodas.

Entre más besos y fotos, ya en el banquete, Robe y Eitan se quedaron a solas unos minutos.
-Tío, son las tres y media de la mañana, yo me voy al hotel con mi esposa - guiño insinuante -¿te encargas de cerrar la fiesta cuando se vayan?

-¡Está claro! Ala, ahora vete tranquilo a disfrutar de tu noche porno. - Ambos se miraron y empezaron a reirse a carcajadas entre bromas.

-Gracias Robe, todo ha sido perfecto. En serio. Te debo una.
-Eso estaba pensando yo...
-¿El qué?- Preguntó Eitan sin saber muy bien por donde iba su mejor amigo.
-Tú día ya ha pasado... Ahora... Tal vez me toque a mí, ¿no? - Una mirada telepática entre colegas y, con un guiño, la respuesta:
-Está hecho.
 
                                                                                  Tangerine Bold

martes, 25 de septiembre de 2012

Capítulo 69


"Another day has gone, I'm still all alone, how could this be, you're not here with me. You never said goodbye, somebody tell me why, did you have to go? and leave my world so cold..."

-Esta canción es muy triste, Michael Jackson, para limpiar el suelo de la cocina. Hum... ¿qué tal si probamos mejor...? - Buscando entre las cincuenta canciones que podría tener en aquella carpeta en el MP5, mis ojos pudieron encontrar un título que venía perfecto para el momento. -... Oh sí, tú eres la acertada. - 'Reproduciendo Moonlight'.

"My baby’s always dancing and it wouldn’t be a bad thing, but I don’t get no loving and that’s no lie. We spent the night in Frisco at every kinda disco from that night I kissed our love goodbye..."

Moviéndome y cantando con la fregona, pasé la mañana limpiando un poco la casa. Rebeca estaba muy ocupada con las invitaciones. Se le veía un poco agobiada porque en un mes y medio por fín llegará Abril y necesita terminar de organizarlo todo cuanto antes. Unos pasos se oyeron por las escaleras, junto con un 'Buenos días' y un bostezo. Ambas miramos, y era el niño más guapo del universo entero, que acababa de empezar su día. Se acercó a mí, me dio un beso y se quedó apoyado en mi hombro, aún algo dormido.

-Buenos días, cariño. - Le di otro beso, esta vez en la mejilla. Volvió frente a mi, y con los ojos aún sin despertar me sonrió como un niño recién levantado. Qué gracia me hizo...

-¿Quieres un café?

-Ya tengo, gracias. - Le respondí alzando el brazo con el café en la mano.

-¿Rebeca?

-¡Por favor y gracias!

Se acercó al salón, colocó con cuidado uno de los cafés en la mesa, a la derecha de Rebeca, y acto seguido se tiró al sofá manteniendo el suyo en equilibrio. Empezaron a hablar sobre las invitaciones, y Robe comenzó a meter los bonitos impresos en sobres color blanco roto. Rebeca estaba un poco estresada con todo aquel tema. Pero nosotros le ayudamos cada vez que podemos y así al menos acaba el día más tranquila.

-¿Dónde está tu futuro marido? - preguntó Robe al notar su ausencia.

-Se ha levantado temprano para ir al sitio de la celebración y empezar a organizar el tema de las carpas, los camareros y todo lo demás.

-Joder, qué bien suena.

-Un amigo íntimo de mi padre tiene un restaurante y hace muchas celebraciones de éstas, -aclaré yo - que también es amigo del padre de Rebeca. Si lo dejamos en sus manos... Quedará todo precioso, seguro.

- ¡Ya te digo! - dijo algo más animada mi amiga - este hombre se encargó de los preparativos de mi comunión... Y vaya comunión...

-Pues sí, ¿recuerdas la mía? Estuvo bastante bien también.

-Vosotras lo que sois es unas suertudas ricachonas. – Soltó Robe entre carcajadas.

-¡Ojalá! - dijimos ambas a la vez. - ¡Por cierto! Tía, tenemos que ir mañana a ver cómo ha quedado tu vestido, y probártelo de nuevo para decidir si cambiaremos algo más.

-Oh, es verdad... Uf, con el vestido sí que estoy indecisa. Me encanta... Pero no quiero conformarme con cualquier cosa.

-Mañana lo dejaremos perfecto, tranquila - le lancé un guiño de forma exagerada, cual ella me devolvió.- Oh, dios mío...

-¿Qué? - preguntaron los dos al unísono-

- ¡Que yo aún tengo que probarme el vestido de dama de honor!

-Joder, cómo me alegra ser tío - añadió Robe - yo solo tengo que buscarme una corbata nueva y que ninguno lleve, y con mi traje de chaqueta del año pasado me basta. - Qué razón tiene...

Pasaron las horas y por fin, llegadas las 7 de la tarde, tras dos días y medio de trabajo, conseguimos acabar con las invitaciones. Solo nos quedaba mandarlas. Estábamos viendo una gran película, "La casa del lago", cuando alguien llamó a la puerta, bueno, más bien llamó a la puerta a través de palabras y no golpes.

-¡¡TOC,TOC!! - Ninguno se movió del sofá para abrir. Nos miramos mutuamente esperando a que alguien se levantara. - ¡¡¡TOC, TOC!!! - seguíamos disfrutando de la película al reconocer la voz de Guille - ¡Abridme, flojos cabrones! - Risas.

-¿¡Y tus llaves!? -preguntó Robe con su potente voz. Unos segundos de silencio esperando la respuesta...

-... Es que se me quedaron en el bolsillo del otro pantalón...

-¡Jajaja! Ábrele Robe, pobrecito. -dije entre risas. Cuando Robe le abrió la puerta, Guille entró corriendo al salón con una enorme caja de bombones y un ramo de flores precioso.

-Para la preciosa novia con todo mi cariño y apoyo. Que sé que te estás hartando de preparativos. - Robe y yo nos quedamos con los ojos abiertos como platos y fijos en el rico chocolate. Si hay algo que nos apasiona a ambos, además de la sensación que provoca meter la mano en un saco de arroz, es el chocolate.

-¡Muchas gracias, Guille! ¡Pero qué lindo...! - se levanto y le dio un enorme abrazo. Colocó las bonitas flores en un jarrón en la mesa del comedor. - Me encanta estas flores, son mis preferidas, ¿cómo lo has sabido?

-Mmm... –Guille se quedó un rato pensando, cual niño intentando inventar una excusa tras una trastada de las buenas. –Bueeeno, vale, me has pillado. Las flores van de parte de Eitan. He estado allí ayudando y me ha dicho que las recoja para ti. Si miras dentro, debe haber una tarjetita. ¡Pero juro que los bombones son un regalo mío!

-¡Jajaja! Qué personaje eres... Abridlos, anda, y comemos un poco ahora.

-¡Siiii! - gritamos a coro Robe y yo.

"Esta mañana me desperté tempranito para volver a tu lado pronto, pero esto va para largo, así que toma un pequeño regalo para que sepas que llevo pensando en ti todo el día. Quiero que todo sea perfecto. Te quiero mi vida.

Tu Feliz Esclavo :)"

Otra sonrisa más en su rostro... No hay nada mejor que ver a tu mejor amiga feliz. Salvo una amiga feliz con chocolate :).

lunes, 10 de septiembre de 2012

Capítulo 68

-Bec, tengo algo que decirte.

A penas había dejado de mirar aquella gran frase y volvió a mi mente a través de palabras esta vez pronunciadas. En los acantilados, unos trazos enormes daban lugar a un significado en el cual mi nombre se encontraba. No podía creer lo que veía, hasta que lo oí con su voz. Me orienté hacia su posición aun con la boca abierta y los ojos como platos, dispuesta a escuchar:

-Llevamos juntos, puaf, me atrevo a decir toda la vida. Porque tú eres mi vida. Hemos sido amigos y como hermanos. Estando ya juntos hemos pasado por momentos tristes y dolorosos, pero también por momentos que jamás olvidaría. Hemos pasado todo aquel obstáculo que se interponía juntos. Me has hecho creer en las historias de amor, porque como esta no hay película romántica que se le parezca.- Tras de sí un inmenso mar daba fin a un hermoso atardecer. Me cogió de las manos, y mirándome con ojos repletos de sinceridad, continuó. - Contigo no he parado de sonreír, y si he tenido que llorar alguna vez, siempre has estado ahí. Joder, Rebeca... Te confiaría mi vida y mi alma si pudiera, porque sé que jamás estaría en mejor paraíso que en tu corazón. Siempre he sido torpe para expresar mis sentimientos, pero contigo no me cuesta hacer nada. - Dios, increíble...- Te quiero, y siempre me tendrás aquí para lo bueno y lo malo, en la salud y enfermedad... - Paró, dejándome aquella frase a medias. Empecé a creer cosas imposibles y quería que siguiera. Pero entonces, silbó fuertemente y apareció desde un rincón entre las rocas una pequeña figura oscura y peluda: Krash. No entendía nada de nada. Cuando se acercó a nosotros, pude descubrir en su collar una pequeña cajita. Eitan la cogió y de la distancia se oyó otro silbido, al cual Krash acudió enseguida.

-Hum... ¿Qué está pasando aquí?

-Shh, por favor, déjame terminar. - Volvió a cogerme las manos y, mirándome fijamente y con una bella sonrisa, volvió a repetir la última frase. - ... Para lo bueno y lo malo, en la salud y enfermedad... - Se fue agachando lentamente, sosteniendo una de mis manos. No puede ser... Imposible... - ...y quiero que estés conmigo siempre. Siempre. Por eso, déjame decirte algo...

Silencio. Solo el ir y venir de las olas nos acompañaba. Mi respiración se aceleraba. En cambio, él suspiraba despacio. Mi corazón iba a estallar cuando vi el interior de aquella cajita recién abierta. No era un sueño, estaba ocurriendo de verdad, y por fin salieron de sus labios la última frase:

-Bec, ¿quieres casarte conmigo? - Cerré los ojos, humedecidos por pequeñas lágrimas. Suspiré hondo, adueñándome del olor del ambiente. Seguidamente volví a mirarle con una sonrisa que radiaba felicidad. Me tiré de rodillas frente a él, poniéndome a su altura. Y sin saber cómo, pude pronunciar la respuesta.

- Te amo... ¡Sí! - Le abracé con tanto impulso que casi caemos a la arena, pero él me sostuvo y consiguió mantener el equilibrio. Nos levantamos, uno frente al otro, y a centímetros de distancia, nos miramos durante unos segundos, sin saber qué decir, hacer o pensar. Solo queríamos que aquel momento no acabara nunca. Sus manos rodearon mi cara y me besó. El beso más bonito que habíamos tenido. Una mezcla de sentimientos nos tenía presos. Nos fuimos rodeando con los brazos poco a poco, dejando que nuestra piel satisficiera ese persistente deseo. Cuando nos quisimos dar cuenta, el sol ya se había marchado y empezaba a oscurecer... Cogidos de la mano y abrazados además, abandonamos la zona paseando con las pequeñas olas de la orilla sobre nuestros pies... Dejando pasar a un nuevo comienzo.

Nos quedamos hasta las 12 de la noche en la playa, paseando, hablando o simplemente amándonos.

Cuando volvimos a casa, bajé del coche y a toda velocidad entré dentro. Estaba todo a oscuras porque estaban viendo una película en el salón. Pero no le di importancia y encendí todas las luces, sorprendiendo al personal.

- ¡¡¡¡ME CASOOOO!!!!

Acudieron a mi con una gran sonrisa y los brazos abiertos. -¡Felicidades!-, me decían todos. Como una gran familia, celebramos juntos el acontecimiento con risas, diversión y sobre todo, mucho cariño. ¿Quién iba a decirme que el mejor día de mi vida acababa de empezar?

Capítulo 67


-¿Ana, estás lista?
-Lista y preparada.

-¿Krash?

-Correa en mano.
-¿Collar?

-Colocado.
-¿Y...? - Mirada insinuante.

-Todo listo para que salga perfecto. - A Eitan se le iluminaron los ojos. Su momento por fin había llegado. Hoy sería su día. El día en el que podría convertirse en la persona más feliz del mundo. Solo faltaba que mi plan saliera a la perfección...

 
[Minutos después, en uno de los chiringuitos de la playa...]

-¿Cómo te va con Robe?
-Muy bien. No sabes lo feliz que soy... después de un mes sin él. Ni te lo imaginas.

-Ya os veo... parecéis estar en una película. ¡Qué chico más romántico, por dios! - Las dos reímos al unísono.
Hacía mucho tiempo que no pasaba un día con mi mejor amiga. Ana y yo nos conocíamos desde hacía años... y nuestra amistad no había cambiado. Seguíamos siendo las mismas pavas de siempre, haciendo las mismas locuras... No la cambiaría por nada del mundo.

Y aquí estamos, años después, sentadas en nuestro chiringuito favorito, comiendo kikos y tomándonos un batido de chocolate con nata enorme, decorado con una sombrillita rosa y dos cañitas verdes. Faltaba tan solo una hora para el atardecer. Desde esta parte de la playa, se reflejaba una imagen hermosa en el cielo cada día, mientras el sol se despedía para dar paso a la noche y a las estrellas. Se podría decir que es mi momento favorito del día, y más si lo paso con ella.
Krash nos acompañaba esa tarde. Maya estaba en el veterinario con guille y sus cachorros según me dijo Ana: revisión. Tumbado junto a nuestros pies, disfrutaba de la brisa fresca. Alguna que otra vez veíamos como orientaba las orejas hacia algún que otro perro que correteaba por la arena, pero gracias a Alex aprendió a controlarse y a ser, como dice César Millán, el Encantador de perros, un perro equilibrado.

-¿Qué vas a hacer esta noche, fea de la vida? - Pregunté mientras me tomaba los tres últimos kikos.

-Voy a acompañar a Guille a su estudio, está haciendo un reportaje y quiere que le ayude con las luces. - Ana sonrió de oreja a oreja.

-¿Prefieres eso a pasar un rato con tu mejor amiga? - Fingí sentirme mal y puse cara de cordero degollado, como el gato de Shrek.
En ese momento sonó mi móvil. Mi amiga se salvó por los pelos, aunque sabía que bromeaba.

El nombre de la persona más importante de mi vida decoraba la pantalla del móvil: Eitan.
-¡Hola amor!... Sí, estoy con ella en la playa... Venga, vale, te esperamos. Un beso.

-¿Y bien? - Preguntó Ana.
-Viene para acá.

-Hay que ver cómo se acompla la gente. ¡Se supone que hoy era nuestro día! - En el fondo, Ana me entendía. Sabía lo que se sentía cuando tu chico te decía que quería verte y, estaba segura de que comprendía que no le rechazaría.
Tres cuartos de hora después, apareció Eitan de la nada. Unas manos comenzaron a jugar con mi pelo, pero no me dio tiempo de asustarme: en la mirada y la sonrisa de Ana se reflejaba quién estaba detrás de mí. Tras un besito en la frente, cogió una silla y se sentó junto a nosotras. Miradas curiosas envolvieron el ambiente.

-Te echaba de menos. - Eitan se decidió y rompió el silencio. Me sonreía, con esa sonrisa encantadora que tanto me gustaba. Enseguida Ana se dio cuenta de la situación.
-Bueno, yo me voy a ir ya, Krash se muere de hambre. - Los tres miramos al can, y vimos como dormía junto a nuestros pies.

-¿Segura? - Los tres reímos. Mi excusa no había funcionado.
-Bueno, de todas formas, me voy. No me gusta estar de aguantavelas. ¡Pasáoslo bien! - Y, después de dos besos y un abrazo, cogió la correa y se alejó por la orilla, dejando suelto a Krash para que jugara entre las olas.

El sol estaba a punto de ponerse. Seguimos a Ana con la mirada, hablando de ella y la locura que le inundaba de vez en cuando, aquello que la hacía tan especial. Hasta que desapareció entre la multitud.
-¿Qué te apetece hacer? - Preguntó Eitan. Su mirada hoy era distinta. Sus ojos brillaban como nunca. Al principio creí que rompería a llorar, pero su sonrisa indicaba lo contrario. Desvió la mirada hacia la arena, por donde nuestra amiga estuvo paseando minutos antes.

Y, sin dudarlo ni un segundo, acepté su propuesta: me encantaba dar paseos por la orilla.
La playa estaba preciosa. Ya no había mucha gente en la arena, la mayoría estaba dando vueltas por el paseo marítimo, preparándose para ir a algún sitio a cenar. Algunos perros, a los que antes Krash les prestaba demasiada atención, correteaban junto a las olas, en busca de pelotas y discos voladores que les lanzaban una y otra vez.

Ya nos estábamos acercando a las rocas. El mar estaba tranquilo, aunque de vez en cuando rompía una ola junto a nosotros y nos salpicaba, pero se estaba muy bien allí.
El sol se encontraba ya en el horizonte, a falta de unos minutos para que desapareciera. Pasamos junto a las rocas, y entonces vi algo que me dejó petrificada.

A mi izquierda, en el acantilado, se podía leer una frase pintada en negro, cuyas palabras eran incluso más grandes que yo.
"Bec... Tengo algo que decirte."

martes, 28 de agosto de 2012

Capítulo 66


Después de mucho pensar y comparar, Ana y yo tuvimos una idea genial para el gran día. Hablé con Guille y Alex para contarles cómo iba a ser y que me ayudaran a prepararlo, y, por supuesto, que no se fuera de la lengua. Robe sería el último en enterarse: se le suelen escapar demasiados detalles.

Así que sería difícil ocultarlo. Por fin, mi mejor amigo volvía a casa. Teníamos preparada una fiesta sorpresa. Muchas pancartas decoraban la casa, todas con algún dibujo gracioso o frases tipo: "¡Bienvenido, cabroncete!", "¡Se echaban de menos tus bromas sin gracia!", "Nunca he conocido a nadie tan feo y amable como tú". Sí, a Robe le encantaría.

Faltaban pocos minutos para que llegara el anfitrión, cuando me quedé a solas con mi hermano en el salón, mientras Rebeca y Guille preparaban las últimas magdalenas de chocolate, las favoritas de Robe.

-Alex... - Mi hermnao me miró, desviando la vista de la televisión. - Gracias. Te debo una.

-No, Eitan. Soy yo quien te la debía. Y, de todas formas, me quedé corto. Aquí me tienes para cualquier capricho que se te antoje. - Puso una mueca, mientras reía. - Bueno, cualquier capricho... Sigo siendo hetero, ¿eh?

Los dos reímos mientras le daba un coginazo directo en la cara. Alex... buaf, es el mejor hermano que se puede tener. Me sentía cada vez más orgulloso: mi mejor amigo volvía a casa, por fin tenía medios para hacer lo que llevaba esperando tanto tiempo, mi hermano se recuperaba cada vez más rápido...

-¡Ya llega! - Gritó Guille desde la entrada. Por los cristales se podía ver a Ana y Robe cogidos de la mano, felices, con una sonrisa en la cara que daba gusto ver, dirigiéndose a la puerta. Nos preparamos cada uno escondido en el sitio perfecto, donde no se lo esperarían, cerramos las persianas y apagamos las luces.

Se escucharon las llaves, unas risas... y, finalmente, la puerta al cerrarse. Luego, silencio. Ana, que tampoco sabía lo que tramábamos, fue a encender la luz, pero no funcionó: se quedaron a oscuras. Solo unos finos rayos de sol que entraban por las ventanas de la entrada daban un poco de claridad. Extrañados, pasaron al salón.

-¡Maya! - La perrita blanca estaba tumbada en el sofá. Se levantó, rápido, y saludó efusivamente a Robe, tirándole al suelo. Lametones, lametones, más lametones... ¡Cualquiera diría que estaba cubierto de azúcar!

Después de muchas caricias y mimos, Ana y Robe se sentaron en el sofá.

-¿Dónde están todos? ¿Y dónde está la luz? - Por mucho que le daban al interruptor, la luz no se encendía. Todo tenía un ambiente misterioso. De repente, una sombra se asomó tras el sofá... -¡¡¡ARRG!!! - Ambos gritaron mientras se levantaron rápidamente, asustados. Una figura con la careta de la película de Scream se avalanzó sobre ellos dándole un susto que no olvidarían. Estaba Robe a punto de lanzar el primer puñetazo cuando Alex pidió clemencia.

-¡Para, para! ¡Soy yo, Alex! - Los dos se partieron de risa al ver la cara de mi hermano, asustado.

-¡Tío, qué gallina eres! - Exclamó Robe dándole un abrazo. - ¿Así te pones si te voy a pegar? ¡Nenaza!

De pronto, se encendieron unas luces suaves en cada rincón del salón. Ana se dio la vuelta, dirigiéndose a la cocina, y, por la cara que puso, supe que mis oídos estaban a punto de sufrir. Un chillido agudo inundó la casa sobresaltando a Robe y Alex. Se giraron y encontraron en la puerta de la cocina otra figura vestida con una capa negra y una guadaña en la mano. ¡La muerte!

No se me veía el rostro, pues estaba muy bien disfrazado, y realmente parecía que iba a matarles a todos y llevarles al otro mundo. Me acerqué lentamente, arrastrando la capa tras de sí. Robe parecía menos asustado, pero Ana se escondió tras él. El salón daba realmente miedo.

Estaba a tan solo un metro de distancia de mi amigo cuando... ¡Me quité rápidamente la capa y enseñé mi horrenda cara pintada como un payaso malvado! Ahí fue cuando conseguí asustarle, ya que gritó y me tiró al suelo dando un salto sobre mí. No pude evitar reírme, mis carcajadas sonaban por toda la casa.

-¡Tu querido payaso te echaba de menos! - Dije, dándole un abrazo, cuando ya se dio cuenta de quién estaba escondido tras el disfraz. Robe le tenía miedo a los payasos desde que era pequeño. ¡Qué buen amigo soy!

Seguimos hablando unos minutos, mientras me decía lo bien que me había currado el disfraz.

-¿Y lo de las luces? - Preguntó.

-Las he trucado. Algunos interruptores están desconectados, y fui yo quien encendió la luz. He estado pensando mucho para hacer que esta casa parezca tu peor pesadilla. - Me dio una palmada en el hombro. Hechaba de menos a mi amigo, mi mejor amigo, y sabía que le encantaban estas cosas. La casa del terror era el primer sitio al que entraba en los parques de atracciones, y el último, antes de irse.

De nuevo, hubo un cambio de luz. El salón quedó a oscuras, y la cocina se iluminó.

-¿Cómo has hecho eso? - Me preguntó. - ¿Tienes un interruptor en el bolsillo?

-No... encendía las luces desde los interruptores de las paredes. Y el de la cocina no estaba trucado... - A ambos se nos puso el rostro pálido. Cuando nos dimos la vuelta, Ana y Alex no estaban. Nos encontrábamos solos, él y yo, desafiados ante el miedo y la curiosidad. Dedicimos avanzar, acercarnos, entrar en la cocina...

Y de cada armario, bajo las encimeras, salieron nuestros amigos dándonos el tercer y último susto del día.

-¡Dios, chavales! ¡Cómo os lo habéis currado! En serio, ¡parecía una película de miedo! ¿Tú no sabías esta parte, Eitan? - Le miré con una sonrisa. - ¡Vaya actor! ¡Capullo, qué susto me has dado!

Entre tantas risas nos olvidamos de la última sorpresa. Cogimos a Ana y Robe y les vendamos los ojos.

-Aún queda algo. - Les condujimos al comedor, y fuera vendas.

-¡Wow! - Exclamó Ana al ver el enorme pastel de chocolate de tres pisos decorando la mesa. Se acercaron para verlo mejor.

-Bienvenido, Robe. - Leyó mi amigo. De fondo, la decoraba una imagen en una lámina de azúcar. Pero no una imagen cualquiera, sino una especial. Una imagen que le traía recuerdos, y le sacaba una sonrisa de oreja a oreja. Una foto de Ana y él sumergidos en un suave beso y un cálido abrazo.

Hoy no era un día especial solo porque volvía Robe a casa. También era su aniversario. Hacía justamente tres años que él y Ana compartían muchas cosas juntos, pasaban momentos inolvidables y disfrutaban de la compañía del otro, porque el amor que sentían era y es demasiado grande como para decir "te quiero" y que no se quede corto. Porque no podrían vivir separados. Porque este mes fue una tortura para la chica. Porque ella le ama. Porque él la ama.

Porque se lo merecían.