miércoles, 28 de marzo de 2012

Capítulo 60

-Me toca a mí, ¿no?

-Sí.

-Mmmm… Pues… si muevo este alfil aquí… ¡Jaque!

-¡Arg! ¡Otra vez!

-Ajaja… y así será, muñeca, siempre te ganaré porque soy el Amo del Ajedrez.

-¿Seguro? Veo que no te diste cuenta…

-¿Qué?

-¿Cómo no voy a comerte el alfil al verme perjudicada?

-…

-Que te he dejado ganar.

-Sí, claro… - Me incorporé, pasando por encima del tablero, posando mis labios en los suyos.



[En ese momento... en otro lugar de la casa...]

Sonó un móvil. Luis dejó de prestar atención a su programa favorito por un momento, girándose hacia el aparato. No reconocía la melodía, "demasiado cutre para mí...", pensó. Cogió el móvil de Guille, mirando discretamente el nombre de la pantalla. Rebeca. Sí, sabe quién es. Se la presentó hace tiempo, junto a otros amigos. Una chica muy guapa. Recordaba que le encantaba su pelo.
Dejó de sonar. Se quedó demasiado tiempo mirando a la pequeña pantalla. "No la voy a llamar yo, no se vaya a enamorar de mi voz". Y, con una sonrisa, se levantó del sofá y se acercó a la puerta de la habitación de su hermana. Se escuchaba música de fondo. Bastante alta. Llamó dos o tres veces, pero, al ver que no abrían, entró si más.
Grande fue su sorpresa al ver que su hermana, sin camiseta, se situaba bajo el chico rubio, dueño del móvil, que también tenía el torso desnudo.
Nadie se enteró de nada, de no ser por el portazo que se escuchó cuando Luis salió de allí, con un sentimiento extraño. Sentía rabia, pero celos, todo al mismo tiempo.
"Será cabrón... ", pensaba. ¿Cómo se atrevía a toquetearla así? A su hermanita, aquella niña inocente que siempre le pedía jugar a cocinar, y le contaba las tonterías que hacían las niñatas de su cole para darle celos con el chico que le gustaba. Supuso que ya no es una niña.
"Pero... qué suerte tiene. " Siempre pensó que Guille era un buen partido, y reconocía que estuvo enamorado de él, pero dejó de verle con esos ojos, pasando a verle como sólo un amigo, y ahora cuñado. Aún así, seguía pensado que no había chico más guapo en el mundo que Guille. Excepto él, claro.


-¿Luis? ¿Dónde estás? - Sentía verguenza, mucha verguenza. Estaba seguro de que fue él el que entró en la habitación. ¿Quién si no?
-En el salón. - Me asomé y le vi sentado en el sofá, con una expresión seria, y con la tele a un volumen más alto de lo habitual.
-Oye... perdona, siento lo que...
-Tss... ¿Por qué me pides perdón? No hay por qué. - Dijo, simulando una sonrisa. Pero le conocía lo suficiente como para saber lo falsa que era. - Te estaban llamando. - Dijo, señalando con la mirada mi móvil, que se encontraba en el otro lado del sofá. Me agaché un poco y lo cogí. Sabía que le había sentado mal, pero, conociéndolo, también sabía que no arreglaría nada llevándole la contraria.
Fui a la cocina y vi una llamada perdida de Rebeca. Mirando aún hacia mi amigo, pulsé el botón verde.
-¿Guille?
-Dime.
-¿Dónde estás?
-En casa de Mónica. ¿Por?
-... Estamos en el hospital. Ven cuanto antes, por favor.
-¿Cómo? ¿Qué ha pasado?
-Es Robe... - Mis ojos se abrieron como platos. ¿Robe? ¿En el hospital?
Salí corriendo de allí, despidiéndome con un corto "adiós", y con una sola idea en la cabeza: Segunda planta. UCI.