lunes, 21 de febrero de 2011

Capítulo 10

Llegaron las cuatro de la mañana y aún no nos habíamos acostado, pero los chicos no habían comido nada y tenían hambre..., así que Ana puso una pizza en el horno y les dió un paquete de patatas “Light”.
Mientras ellos cenaban, secuestré a Ana unos segundos y me la llevé al cuartito de estar.

-¿Qué pasa?

 -Ana… antes pasó una cosa muy extraña cuando curaba a Eitan… - dije preocupada.

 -¿Cómo qué?

- Verás, intentaba curarle pero no se estaba quieto, entonces me mosqueé y él se acercó a mí cariñosón, creo que demasiado… - de repente, al pensar en la situación, sonreí  un poco, y Ana se dio cuenta, por desgracia.- … bueno, no tanto. ¡En fin! Estuvimos hablando pero… a veces se formaban silencios extraños, y no parábamos de mirarnos. -miré fijamente a Ana, esperando  ayuda para expresar lo que quería decir, pero no hubo respuesta, obviamente ella no tenía ni idea de lo que ocurrió.- Fue realmente extraño… - suspiré con un tono preocupado – Era como si… quisiéramos decirnos algo, pero... no había palabras…

- Wow... se formó un ambiente romántico, ¿o qué? Jajaja. – Le negué segura de que no se trataba de eso, pero aún así se notaba como me preocupaba esa posibilidad. – ¿seguro? Antes sonreíste…

- Sonreí porque he recordado la cara de tonto que puso entonces… ¡tonta!  - empezamos a reírnos de la situación, es imposible hablar en serio con esta niña. Pero sé que Ana siempre me entiende… o eso espero...

Poco después acabamos de hablar del asunto por dos motivos: No teníamos ni idea de qué podría ser lo que ocurrió y no quisimos rayarnos por una tontería, y además los chicos no paraban de llamarnos -.-

Pasaron unos quince minutos y por fin nos fuimos a dormir.   

-Uf, estoy destrozado… - Alex, Robe y Eitan entraron en la habitación de Alan, que tenía una pedazo de cama y un sofá-cama justo al lado. - Me pido el sofá-cama, no pienso compartir la misma cama con un feo como vosotros. – Dijo Eitan tumbándose relajado en el sofá-cama.

- Tú eres muy listo ¿eh? Vamos a echarlo a suertes, guapetón. – dijo su hermano, Alex.

-Está claro que duermen en la cama grande el “guapetón” y Alex ¿no? – Robe empezó a reírse.

- Exacto Robe, y tú serás ese “guapetón” que tanto le gusta a Alex. Ea, se acabó la disputa. – los chicos comenzaron a discutir pero al final se hizo lo que dijo Eitan. Qué cara más dura, oye.

- Os quejais por todo. ¡Yo he dormido con amigas en una misma cama y no me he muerto! – 
Aparecí en la habitación dándole un susto a Alex, o al menos eso parecía por el salto que dió.

-Claro… es que con chicas… - empezó a decir Alex.

-¿Qué pasa con las chicas?- preguntó Ana un poco molesta.

- No tranquila, no es nada malo, al revés, las chicas son mejores – respondió Robe con una amlplia sonrisa.

– ¡Las chicas están buenísimas! –quiso aclarar Alex.

-Dios mío… - me puse la mano en la frente y moví la cabeza de un lado a otro, pensé “Lo que hay que oír…”

Ana hizo aquel típico gesto de “Es lo que hay”, y finalmente nos fuimos cada uno a su habitación.

-Buenas noches – me dijo Eitan con una sonrisa encantadora, a lo que respondí con otra más leve pero bastante sincera:

- Buenas noches.


Pasaron unos meses, con dos cumpleaños de por medio. En enero, el cumple de Becky. Hicimos una gran fiesta en el campo de su abuelo y pasamos la noche allí. Fue la fiesta más divertida del mundo, porque hicimos de todo juntos. Ya 17 años tiene la chica, y cada vez está más guapa. Me encantó su fiesta porque, entre otras muchas cosas, no paraba de sonreír y siempre se estaba riendo a carcajadas con los demás. Se lo pasó realmente bien, y eso fue lo mejor de la fiesta. Por otro lado, en Abril, el cumple de Robe. Lo celebró en medio de la sierra, tal y como veis. Sus padres nos llevaron a acampar por medio del monte todo un fin de semana. ¡Fue toda una aventura! Estuvimos cerca de Grazalema, y Rebeca se lo sabía todo como la palma de su mano. Eso sí que es un cumpleaños.

Ahora, con el verano a la vuelta de la esquina,  hace un tiempo perfecto para pasar la tarde con tus amigos en la playa, dar una vuelta en bici...

Hoy he quedado con Robe para ir a casa de Juan, echar unas partiditas a la Play 3 allí, dar una vuelta y aprovechar para dejarle a Fede el libro que me pidió (ya que vive muy cerquita de Juan) y finalmente ir a la playa.


Está  atardeciendo, y vamos andando por la orilla. Las olas rompen tranquilas y suaves sobre la orilla mojada, donde se refleja el sol escondiéndose entre un frágil hilo de nubes. Se oyen gaviotas sobrevolar el mar y algún que otro perro jugando con su dueño unos metros más adelante.

-Estás muy serio desde que empezamos a andar.- Habíamos estado hablando de muchos temas. Antes de aquella frase que me acababa de decir Robe, habíamos estado hablando de su familia, pero al parecer no quiso hablar más del tema. No sé que pasa, pero algo está ocultando seguro.   

-¿Por qué lo dices? Hemos estado hablando de muchas cosas durante todo el paseíto ¿no?- dije sonriéndole.

- Si, no te lo niego. Pero estás como en las nubes. Hemos hablado de muchas cosas, pero tienes algo en la cabecita que no me quieres decir.

- ¿Y cómo estás tan seguro de que estoy pensando en lo mismo?

- Porque de vez en cuando echas una sonrisita tonta sin venir a cuento y, bueno chico, me preocupas. Además, a lo mejor sonríes pero de pronto cambias la expresión de la cara totalmente y te quedas preocupado pensando en algo. ¡Y yo quiero saber qué es ese algo que no te deja dormir tranquilo!- Robe, tan exagerado como siempre, estaba realmente intrigado, así que decidí contarle en qué había estado pensando todo este tiempo.

-Está bien… - sonreí mientras miraba al frente. Estábamos cerca de los acantilados y volvió a mi cabeza aquella imagen que, según Robe, “no me dejaba dormir tranquillo”. Así que respiré profundamente y le miré. – Creo que… bueno…

- Vas a suspender un examen y tus padres te llevarán a un internado. – dijo Robe con los ojos como platos e intentando adivinarlo.

-¿Qué? Joder que pronto quieres librarte de mí, ¿no?

-No tío, sabes que no... ¿Entonces?

- Verás… - intenté decir de nuevo, pero no sirvió de mucho.

- ¡Tienes Superpoderes y nadie más lo sabe!

- Estás loco…. – No tiene remedio. Es increíble las paranoias que se les ocurre.- ¿Puedo decírtelo o no me vas a dejar? – Dije ya un poco molesto. Robe asintió riéndose y por fin se calló. – Creo que… me gusta alguien.- me puse serio e intenté no mirarle, sabía que estaría mirándome con cara de "pillín".

-Vaya, vaya… - en efecto, estaba así.- Así que nuestro peque se nos ha enamorado… ¿y quien es la afortunada?

- Ese es el problema.

- ¿No sabes quién es? – dijo con cara de bobo.

- De verdad Robe… ¡eres tonto, tío! – dije convencido. – ¡Claro que sé quién es!

- ¿Y bien…?

- Prométeme que no te pondrás como un loco a darme el coñazo y que te callarás. Me da igual lo que pienses, te callas ¿ok?- hizo una cruz en su corazón y por tanto me lo prometió de verdad.- Es… Rebeca. – sonreí esperando respuesta.

- No…

- Sí…

- Joder…- se quedó mudo, me preocupé un poco la verdad.- ¡Es increíble!- se empezó a reír a carcajadas y al verlo así me tranquilicé. – Eres un crack, Eitan. ¡Un crack!

Estuvimos el resto de la tarde hablando de ella. Le dije con toda sinceridad lo que pienso sobre ella y todo lo que me encanta. Fue la mejor conversación del mundo, porque la mayoría de las veces Robe estaba de acuerdo. Así que, aquella tarde que le confesé a Robe mis senimientos, me di cuenta de que no me gusta Rebeca… directamente estoy loco por ella.