jueves, 30 de diciembre de 2010

Capítulo 7

 (…)
Hoy es un día triste, tal vez demasiado para estar en pleno mes de Abril.
Como un lunes cualquiera, fui al instituto y pasé mis horas allí, con mis amigos y aprendiendo como un chico corriente.
Cuando llegué a mi casa, noté como un ambiente extraño la invadía. Mis padres y la enana de mi hermana estaban sentados en el salón, esperándome. En aquel momento supe que debía sentarme yo también, pero no quería hacerlo, sabía que algo malo se traían entre manos. Pero al final, lo hice.
- Hola hijo
- Hola…
Mi padre está más serio que nunca, mirando a la nada con una habilidad increíble. Para nosotros estaría “pescando”, pero no es el caso porque no paraba de darle vueltas a lo mismo, y aunque me muero por saber qué es lo que me quiere decir, tengo miedo. Por fin se decidió a mirarme, sin cambiar su expresión de preocupación.
-Roberto, Clara… vuestra madre y yo tenemos que contaros algo. – Silencio - Sabéis que últimamente he estado muy ocupado con temas del trabajo y… en fin…
-Si papá, lo sabemos. Pero por favor, ve al grano. – Le interrumpí, no estaba para rodeos.
-Está bien, os lo explicare rápido. En Madrid han inaugurado un nuevo restaurante, y mi jefe necesita que me traslade allí.
-¿Durante cuánto tiempo?
-Nos mudaremos allí.
-¿QUÉEE? – Soltamos la enana y yo a la vez un “qué” tan enorme que creo que lo escuchó hasta la vecina (con unos 70 años y sorda) - ¡Pero no puede ser! – Dijo indignada mi hermana.
-Chicos, lo siento. No tenemos elección. No quiero dejaros aquí, os echaría demasiado de menos. Además, allí está la mayor parte de mi familia, ¡conoceréis a los primos!
Intentaba animarnos de algún modo, pero la tristeza de nuestras caras no cambiaba nada de nada. Ambos nos mantuvimos en silencio un buen rato.
-Por favor, no os enfadéis. Solo quiero lo mejor para la familia, y necesito seguir en este trabajo. Sabéis que la cocina siempre fue mi sueño, no puedo dejarlo ahora que he llegado tan lejos.
-Tranquilo papá, lo comprendemos. Será un gran cambio, el instituto, la casa… y los amigos.- comenté yo, bastante mal.
-Tu padre y yo hemos quedado en que podrás conectarte todas las noches antes de cenar para hablar con tus amigos. Así no dejarás de hablar con Eitan y con los demás. Sabemos que son importantes para ti.
-Gracias. – Le regalé a mi madre una pequeña sonrisa y seguidamente me levanté y me fui directo hacia mi habitación. Tengo que pensar como decírselo a Eitan, será difícil despedirme de alguien que siempre fue como mi hermano.


-Podrías poner algo de música al menos, ¿no?
-¿Y por qué no la elijes tú?
Alex se acercó a la disquetera gigante que permanecía junto a mi equipo de música. Se quedó un ratito buscando algún disco que le apeteciese escuchar, mientras que yo acababa de retocar la puerta de madera para el trabajo de tecnología.
-Alex, ¿cómo decoraremos la puerta eléctrica cuando acabemos con los circuitos?
-Pues yo había pensado en transformarla en un escaparate de skates. Le añadimos a los lados dos paredes pequeñitas de madera y le ponemos un plástico para que parezca un cristal. En el interior le pegamos dos de los skates estos diminutos que yo tengo y le ponemos carteles tipo: ¡Rebajas!, ¡50 % menos! Pero que mole.
-Ja ja ja, ok, me parece bien. ¿Y la puerta? La pintamos como si fuese de estas que se abren cuando detectan movimiento y ya está. ¡Va a salir genial!
-¡Siii! – Eufóricamente cerró el puño e hizo señal de triunfo, como Nadal en sus mejores puntos.
-¿Tienes ganas de tener una buena nota, o qué? – dije sonriendo.
-No, es que ya he encontrado el disco que quería oír.
-ISH! – que palo dios mío. Y yo que pensaba que tenía ganas de mejorar su nota.
-Por un momento pensé que no lo tenías. SFDK, el mejor disco del mundo.
Él a lo suyo.
-¿Pero qué dices? El Canto del Loco es el mejor grupo. Y eso sin mencionar a Queen.
-Tienes razón. Por tu culpa ya no escucho sólo rap, también escucho Queen, ECDL, y más grupos que le gustan a mi hermano. La verdad es que me alegro, estaba harto ya de tanto rap. Necesitaba cambiar de ambiente, ¿sabes?
-Pues entonces has hecho lo correcto
 Pasamos toda la tarde trabajando en el proyecto de la puerta, y escuchando música muy variada. Llegamos a escuchar desde Rap hasta Jazz. Sé que a Alex le encanta venir a mi casa y poner toda la variedad de discos que tengo. Lo pasa bien escuchando nuevos tipos de música. ¡He creado un monstruo!
Llegaron las siete y cuarto cuando salimos a tomar un batido. Comenzamos a hablar y hablar, algo muy normal en nosotros. Me contó momentos embarazosos de Eitan, con los que me reí muchísimo. Entonces quiso hacerme una pregunta:
 -¿Cómo es que no elegiste a Eitan como pareja para el trabajo de tecnología, Rebe?
-Porque… tú eres más guapo.
-No, si eso ya lo sé.- creído, como siempre. Me salió una risa tonta, de estas que son incontrolables, y decidí cambiar de respuesta.
-Es que iba a hacerlo, pero Sara fue corriendo a pedírselo antes que yo. Eso era para verlo. ¡Por poco se le tira encima!
-Uoohooh, ¿oyes eso?
-¿El qué? - pregunté mirando a todas partes.
-Parece que son... ¡celos! - Comenzó a reírse para hacerme rabiar.
-¡Qué dices tonto! No estoy celosa, que quede claro. Ya sabes que nadie soporta lo pesada que es con Eitan. Vamos que como te acerques a él con ella delante, ¡te come!
-Ya , ya… - Y salió corriendo del local mientras reía, invitándome a correr tras él. Alex, sin duda, siempre consigue animarme…. Já, celosa dice…

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Capítulo 6


<<¡¡¡¡¡¡¡¡¡PUM!!!!!!!!!!>>


El fuerte golpe que le dio la maestra a la mesa hizo que todos pegáramos un gran bote a la vez.


-¡¡Silencio!!


¡Qué tía! Como la odio…


-Como vuelva a escuchar un solo murmullo os pongo un parte a cada uno.


-¿Qué dice esta loca? ¿Que hay gente callada y por culpa de 3 ó 4 se llevan un parte? ¡Eso es injusticia! – Iván protestó susurrando, pero la Diéresis tiene oídos que lo captan todo. Da igual que le digas algo en la oreja a tu compañero de al lado, ella lo oirá.


-¡¡Ríos!! Ha hecho usted que todos tus compañeros se lleven un parte… ¡¡y usted se llevará 2!! Para que se le acaben las tonterías.


-Hija de la grandísima…-


-¡¡Iván Ríos!! ¡¡¡Expulsado!!! ¿Quién te crees que eres para hablarme así? – No sé cómo se enteró, porque nadie más de la clase oyó cosa semejante.- Ya puedes irte para abajo, que te vas a tu casa 15 días. Y más te vale que no reciba quejas de los profesores diciendo que no has hecho la tarea.
Iván se levantó encorajado y se dirigió a la puerta. Antes de cruzarla, se volvió hacia nosotros.


-Sois una panda de pringaos, ahí sentados como reclutas obedeciendo a una manchá’ de tíos que sólo quieren quitaros tiempo diciéndoos un montón de paranoias.


Se volvió de nuevo y se fue dando un gran portazo.


-Por culpa de Iván, que sepáis que tenéis un parte cada uno. – Dijo la Diéresis cogiendo su cuaderno de notas.


-Pero tiene razón, si ha sido él el que ha hablado, no tenemos porqué pagarlo todos. – Replicó el empollón de la clase. Me extraña que no se hubiera quedado callado casi llorando por el parte.


-Mira, dejad de protestar si no queréis llevaros otro.


Esa tía es… ¡uff! No la soporto. Nos tiene una manía enorme a todos. Es solo pisar la clase y ya se le pone la cara… de perro estreñido.

En el recreo…


-¡Ana! ¿Qué ha pasado en tu clase? Me he cruzado con Iván en el pasillo y tenía una cara de cabreo…


Vi a Rebeca, que se dirigía a mí. Hace mucho frío hoy, a si que le conduje hasta el interior del instituto.


-La maestra se ha enfadado. Iván ha protestado y le ha puesto dos partes, y uno a mí y al resto de la clase. Encima Iván le insultó y lo ha expulsado quince días.


-Anda… Normal que fuese con esa cara.


-Ya podía haber cerrado la boca y ahorrarnos un parte y unas cuantas broncas a cada uno.


-¡Hay que ver, Ana! ¡No me esperaba esto de ti!


La miré con cara de muy mala leche.


-¡Es brooma! ¡Hay que ver! ¡Tienes razón, Ana, ya podía haberse callado!


-Qué tío.


-¡Eh! ¿Qué ha pasado con Iván? Todo el mundo está hablando de eso.


Eitan se acercó a nosotras para enterarse, ya que todo el mundo se unía en pequeños o grandes grupos donde por mucho que quisieras llamar la atención todos te ignoraban.


-Que le han expulsado por montar una buena. – Respondí malhumorada.


-¿Qué buena?


-Le han puesto un parte – Dijo Rebeca señalándome con la mirada. – y a toda su clase por su culpa, luego ha insultado a la Diéresis y lo han expulsado quince días.


-Wow… Le han puesto a Ana un parte… qué raro.


Yo: ¬¬


-¡Qué quieres! ¡Es raro!


-Es que lo cogía y… - Es que lo cogía y…será muy guapo y todo eso que piensan las demás chicas, pero tambien muy tonto.


- Bueno, bueno, tranquila. Lo van a echar, ¿no? Pues ponte contenta porque estarás quince días sin ver su fea cara . – Rebeca intentaba sacarme una sonrisa, cosa que consiguió, como siempre.


-Anda, cambiemos de tema. ¿Qué pasó con Alex al final? No pude quedarme. – Pregunté dirigiéndole la mirada a Eitan, pero desapareció. No estaba - ¿Dónde se ha metido?


-No sé… no le he visto irse. – Nos quedamos las dos un poco pilladas…


-A lo mejor es como Culebra, el chico de “Los Protegidos”, y se hace invisible. – Dijo con una sonrisa extraña.


-Quién sabe las amorfidades que habrá en este mundo…

Llegó la tarde… y me encontraba aburrida, como siempre, y en mi cama… sin hacer absolutamente nada. (…)


-¡Ana! ¡Rebeca al teléfono!


Me quité los cascos… me levanté con pelos de loca…


-Ya voy.


Bajé despacio, cabreada aún y algo deprimida.


-¿Si?


-¡Ana! ¿Dónde estás? Te estamos esperando donde siempre.


-¿Cómo?


-Ehh… Quedamos los tres… ¿no te acuerdas?


-Ahh… lo siento, no voy a poder ir.


-¿Por qué?


-Mi madre me ha castigado sin salir… por lo de Iván.


-¡Venga ya! ¡Hace una semana por lo menos que lo planeamos!


-¿Y qué le hago yo? Siento no haberos avisado, pero no me acordé. Quedad vosotros, ya quedaremos otro día.


-(… ¿Me lo vas a dejar o no?...)


-¿Rebeca?


-(… ¡Espera!...)


- …


-(…¡Trae para acá!...) ¿Ana?


-¿Eitan? ¿Qué hacéis?


Empezaron los dos a reírse al otro lado del teléfono. Mira qué bonito. Yo castigada y los otros dos pasándoselo bomba. Gracias Iván.


-No, nada, es que Rebeca se ha tropezado con una piedra y se a caído al suelo. ¡Que torpe eres Becaaa! (…jajajajaja…) – se escuchaban risas de fondo.


-Oye… no estoy de humor…


-Bueno, te quería preguntar si mañana te van a dejar libre.


-No sé… espero.


-Pues si te dejan, ¿por qué no te vienes a dar una vuelta con nosotros? Como si hiciéramos mañana lo de hoy.


-Venga vale. Intentaré convencer a mi madre.


-Adiós, guapa. ¡Anímate!


-Adiós, pasáoslo bien.


Eitan tan convincente como siempre… Volví a tirarme en la cama y a ponerme los cascos.

 Al día siguiente…
-
¡Hola! ¡Por fin! – Rebeca vino corriendo a cámara lenta (como en las películas) hacia mí con los brazos preparados para darme un abrazo.


-¡Hola! ¡Qué ganas tenía de venir! No aguantaba más encerrada entre esas cuatro paredes. – Dije mientras nos abrazábamos.


-Ven, he quedado con Eitan en mi casa. No pude llamarte para decírtelo porque se me acabó la batería y mi hermano no paraba de hablar con la novia con el fijo…


-Da igual. Vamos.


Poco después de llegar a casa de Rebeca, vino Eitan.


-¡Hola fea!


-¡Hombre! ¡Qué de tiempo sin verte!- le vi esa mañana en el recreo. Sí, lo sé… se nos va la pinza.


Estábamos dando una vuelta por el caminito de siempre, cuando Eitan empezó a decir cosas… extrañas:


-Oye, ¿cuánto era el bicho?


-Uno veinte, creo. – Respondió ella.


-¿Ein? – Odio no enterarme de las conversaciones.


-¿Entonces sesenta?- Volvió a preguntar.


-Exacto- Respondió de nuevo.


Y más si me ignoran.


- ¡¿De qué habláis?!


-No nada, cosas nuestras.


-Con que cosas vuestras… - Sonreí. Ellos entendieron mi sonrisa.


-No seas mal pesada…


-Es broma. Venga ya… ¿qué decís?


-¡Nada!


-…


-Bueno, ¿le dijiste algo a Iván?


-No… pero… ¿y ese cambio de tema?


-Nada…


 Finalmente seguimos charlando sobre el famoso parte. Me invadía la curiosidad sobre aquellos números y aquel "bicho". ¿Qué serían? Intenté pensarlo, pero cuando veían que me ponía a pensar, me decían algo para que me distrajera. Si se traen algo entre manos tiene que ser gordo, porque Rebeca me lo cuenta casi todo, y me extraña que haya ahora tanto secreto.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Capítulo 5

Realmente, creo que no es plan que me guste una chica en estos momentos del curso.  Prefiero que seamos amigos que duren toda la vida a novios que ni una semana. Me gustaría que llegáramos a tener tanta confianza entre nosotros que seamos inseparables, y así, al fin, tendría una amiga en la que confiar mis secretos e ilusiones. Sé que ella también busca a alguien así. Se nota como a veces calla por no querer contar demasiado, pero realmente desea contarlo todo. Sus ojos la delatan siempre. Tal vez sea que me haya vuelto loco, o que simplemente le entiendo. Está buscando apoyo, un hombro donde desahogar sus malos momentos. Aunque parece que no lo necesita siendo tan alegre como es y teniendo a las amigas que tiene. Pero al final, todo el mundo necesita a alguien a quien contarle todo, alguien que te abrace cuando más lo necesitas, alguien que te sonría para hacerte sentir mejor, alguien que haga tonterías para hacerte sonreír… y que no siempre tenga que ser de tu mismo sexo para escucharte. ¡Y yo estoy dispuesto a ser esa persona! (…)

Estas fueron mis últimas rayaeras desde que creía que me gustaba Rebeca, hace ya más de medio año. Desde entonces somos mejores amigos, y por supuesto, tenemos más confianza que en cualquier otra cosa en el mundo. ¡Somos casi hermanos! Robe, por fin, acabó aceptando que éramos solo mejores amigos, y dejó de ser tan cansino. Pero de vez en cuando, si estamos ella y yo en plan “cariñosos” (algo normal entre amigos, nada más) Robe vuelve al ataque. Ay… en fin, ya estoy acostumbrado.

Miré el reloj. Son las 6:45, aún falta un cuarto de hora para poder prepararme, desayunar e irme al instituto. No tengo nada de sueño, pero intentaré dormir unos minutos más. Nada. Estoy como... nervioso. Será porque el fin de semana está cerca. ¿Y si voy a hacerle alguna perrería a mi hermano? No, que si no me echan la bronca después. ¡Puf, como me aburro! ¿Y si…? No, no. Seguramente estará durmiendo. ¡Bah! pero si ella está durmiendo, yo me estoy aburriendo, ¡que es peor! ¿Le molestará? ¡Es igual! Acabará perdonándome seguro, espero (…)

-Jamás podrás conmigo, ¡enorme dragón! ¡Soy Rebecuda, y puedo hacer cualquier cosa! ¡Al ataqueeeeeeeeeeeee! ¡Zas!, ¡zas! ¡Te arrepentirás de lo que le hiciste a mi pueblo! ¡Zasca! ¡Toma ya!...

Brr… brr… brr… brr… brr… (…)
-… ¿mm? – Me están llamando al móvil, pero… ¿qué hora es? ¡Uf, que sueño!- ¿Seeei?

-¡Buenos días dormilona! ¿Qué me cuentas?

-¿Eitan?
-¡El mismo!
-Pero… ¿sabes qué hora es? 
-Sí… casi las 7, pero es que… me aburría, joo…
-Si nos vamos a ver en menos de una hora… ¡Uf!

-Bueno, bueno… ¡no te mosquees! ¿Soñabas con caballeros y dragones o qué? – dijo medio riéndose.

-Más o menos… - dije mientras bostezaba. – En el instituto te vas a enterar.

-No, lo decía porque has tardado y todo en contestar… ¡Ja ja ja! A saber con lo que soñabas… ¡con las paranoias que tienes en la cabeza!

-¡Aish! Déjame anda…

-Bueno pitufa, te dejaré en paz. Por ahora… jijiji… Dentro de un momento nos veremos ¿ok? ¡Buenas…!

-Adios. – le colgué sin esperar ni un segundo más. ¡Me ha robado 5 minutos de mi valioso tiempo nocturno! Lo mejor es que cuando me vaya a dormir de nuevo vendrá a buscarme mi hermano mayor diciéndome: "Venga dormilona, a despertarse."

Cierro los ojos, y empiezo a pensar en el sueño de antes...

-Vamos dormilona, ya es hora de despertarse. Venga, que dentro de nada es viernes, por fin… - me dijo, como esperaba, Logan. Eitan… te odio.


Me senté en mi silla, aún dormida. Todos charlaban en distintos sitios de la clase.

-¡Hola! ¡Qué de tiempo sin hablar! – Eitan se acercó a mí con una sonrisa de oreja a oreja.

Si digo la verdad… estaba tan cansada que no tenía ganas ni de alzar la mano. Aquella noche me había acostado bastante tarde, y encima me despierta llamándome a las 7 de la mañana (…).

-Te vas a enterar cuando no tenga sueño y me de por llamarte… porque yo no cuelgo el teléfono. – Dije mientras le miraba con cara de asesina. Sí, pongo caras raras que me identifican… al menos según Ana.

-¡Eitan! ¡Corre, ven!



 Miré hacia la puerta, de donde venía aquella llamada desesperada. Allí estaba Ana con cara de agobio. Volví a mirar a Rebeca, quien me miraba de la misma forma, sin ninguna idea de porqué apareció así de repente.

-¿Qué pasa?

-¡Alex! ¡Se está peleando con uno en el pasillo!

-¡Joder!

Fui corriendo al pasillo. Ya me imaginaba con quién se peleaba mi hermano y por qué.  Los vi, peleándose con toda la rabia que eran capaces de acumular. Puñetazos por aquí, caídas por allá…

-¡Alex!

Intenté agarrarle como pude: por la camiseta, por la cintura, por los hombros, por el cuello… pero tenía tanto cabreo que no podía parar. Casi me lleva por delante, pero conseguí soltarme a tiempo. Todo terminó con un fuerte puñetazo que le dieron a Alex en el ojo. Se apartó del otro, quien lo miraba con maldad, con las manos en los ojos y casi llorando del dolor.

-¡Para ya! ¡Más te vale no volver a acercarte si no quieres acabar peor! – Me acerqué a él para sostenerlo, no paraba de tambalearse.

-Dios… sácame...

Lo saqué de allí lo más rápido que pude y lo llevé abajo, a la enfermería. Mientras esperábamos en la puerta, me contó la historia:

-Ese es un imbécil que solo sabe meterse con la gente. Hoy vino hablando mal de la chica que me gusta, una de otra clase. Al principio aguanté un poco, pero sobrepasó mi límite. Empecé a decirle cosas y me empujó 1 ó 2 metros. Ya era el colmo. Me acerqué y le metí un puñetazo en la cara, pero como está tan duro no le hizo daño alguno, o al menos eso parecía. Es un capullo, ya está, estoy bien.

-Eso dirás tú. Ya la liaste. Esta es la tercera vez que te peleas con él y en la que peor has salido. Mira que te lo he dicho veces, no te vuelvas a acercar.

-Está en mi clase, ¿quieres que pida que me cambien solo porque una “deformación” que no me cae bien está en mi clase? Eso es de cobardes...

-No se trata de ser cobarde o no, se trata de que te deja caos cada vez que te enfrentas a él, y aún así sigues y sigues. No digo que te cambies, solo que dejes de buscarle. No le escuches, así no tendrás motivos para pelearte.

-Oye, estoy bien, de verdad. Vete, no te vayan a poner un parte.

-Pues tu ceja sangrante dice lo contrario.

-Mira, ahí viene la enfermera. Vete anda. Gracias por sacarme de allí.

No tuve más remedio que irme. Cuando llegué, la puerta de la clase estaba cerrada.

-¡Anda hombre!

Llamé.

-Eitan, la próxima vez que te retrases te pongo un parte. – Típica frase de los maestros. No quise contarle el por qué, no quería meter a mi hermano en ningún lío además de los que tiene.

-Lo siento, estaba en el servicio. – Típica excusa.

Me senté en mi sitio. Rebeca, al otro lado del pasillito que quedaba entre las mesas, me preguntó, sin pronunciar palabra, qué había ocurrido. Le hice la típica señal de “luego te cuento” y miramos los dos hacia adelante antes que la profesora nos pillara.
 Desde luego, cada vez siento que mi hermano depende más de mí. Sí, es verdad que sabe defenderse bastante bien, pero contra aquel tipo nadie gana, y de no ser por mí estaría pegándole palizas aún, o en el despacho del director.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Capítulo 4


[Pi, pi, pi, pi, pi…]

- ¿Becky? ¿Estás ahí? - no hubo respuesta - ¿Hoooooola? ¡No me puedo creer que me haya colgado!

- ¿Con quién hablas, Eitan? – Me preguntó Robe dando voces. – ¿Es otra vez esa chica?  - Sus  grandes carcajadas invadieron la pista de skate invitándome a correr tras él. – ¡Píllame si puedes, ja ja ja!

- Si insistes… ¡pero no vayas a llorar después cuando acabe contigo!

Ambos comenzamos a correr como niños por la pista. Todos nos miraban, pero a ninguno nos importaba. Momentos como estos son inevitables, más aún si es con tu mejor amigo con quien lo compartes.
Después de varias maniobras con el patín me acerqué a Robe y le comenté el hecho de unirnos todos juntos: chicas y chicos. A juzgar de la cara que puso, parecía que no le gustaba la idea, pero justo después me sonrío y me abrazó. Me quede muy extrañado, pero sonreí igualmente.

 -¡Por la novia de mi mejor amigo lo que sea! -Le aparté de un empujón muy enfadado.

- ¡Que no es mi novia!

-Vaaale, vaaale, torito, calma. Era solo una broma – Sonrió con intención de arreglar las cosas, pero seguí molesto el resto de la tarde. No es capaz de entender que el tener una amiga no significa que te guste. Tal vez sólo lo hace para hacerme rabiar, pero ojalá cambie ya ese concepto.
 
Llegó la hora de ir a cenar, mi hermano me estaba esperando con su monopatín nuevo en la puerta del parque. Aproveché para comentarle la idea que había tenido Becky y le pareció muy bien.

-¡Me parece genial! Siempre que sean buenas chicas no me importa en absoluto. Oye, ¿te sabes toda la parte de literatura? ¡A mí no se me mete en la perola ni aún tragándome el libro!

- ¡Oh, dios mío! – dije preocupado.

-No te lo has estudiado.

 -No, es que se me ha olvidado darle a Robe el cómic que me pidió de Mortadelo y Filemón.

-¿Oye, tú me estas escuchado? – dijo Alex, un poco molesto.

- ¡Ja ja, que sí, tontaco! Era una broma. Venga, vamos a aligerarnos, que mamá se va a enfadar. Después de cenar lo repasamos juntos, verás como se te queda.

- Pf, no sé qué decirte…  - Abrió la puerta y, corriendo, fue a al salón a ver la televisión. Seguramente quería fingir su cara de agobio delante de mi madre.

Esperando la cena, subí a mi habitación y llamé de nuevo a Robe.

-Oye, tu cómic va a tener que esperar, porque no lo encuentro. – Dije mientras buscaba por los cajones. Era el mejor cómic que había leído nunca, no quería perderlo.

-Tranqui, aparecerá. Llama a tu novia, seguro que te tranquilizas un rato, ligoncete.

Me cansé.

-¡Mira! ¡Ya me estoy hartando! ¿No puedo tener una amiga sin que estés dando la lata? ¡¿Es que tú no tienes amigas que no sean novias tuyas?!

-… - Me había pasado.

-Oye, lo siento. Entre que no encuentro el cómic y que no sé cómo hacerte entrar en razón…

-Qué tonto eres. Ya sé que no es tu novia. Te gusta seguro, porque se te nota, pero dejaré de decir cosas, de verdad. Sólo te lo decía para hacerte rabiar.

Me quedé pensando. Sonreí. Miré detrás de la puerta y, en el suelo, encontré el cómic. Mi sonrisa aumentó de tamaño.

-Tío, eres genial.

-Ehh…gracias. Creí que me ibas a echar la bronca. Yo también te quiero. 

-¡Pero te vas a quedar sin cómic!

-¿¡Cómo!?

Colgué el teléfono y me dirigí al cómic. – Ahora se quedará sin cómic, por listillo- dije seguido de una risa malvada.
Tarde o temprano se lo dejaría, porque le conozco. Cuando quiere algo, no sé cómo se las apaña, pero lo termina consiguiendo.

Seguía yo en mi mundo, de pie en medio de la habitación con el cómic en la mano, cuando el grito de mi hermano me hizo volver al planeta tierra.

-¡Eitan! ¿Me ayudas o no?

-Sí, ya voy.

Un hermano se tiene para lo bueno y para lo malo, para compartir el helado y para pelearte con él cuando estás cabreado. ¿Qué sería yo sin mi hermano? Sin sus gritos, sin sus prontos y tonterías, sin todo el arte que tiene... Lo vale mucho. Bueno, espabilemos un poco que tenemos que dar clases particulares. Cogí el móvil y me lo metí en el bolsillo para llamar luego a Rebeca. Quién sabe, a lo mejor Robe tiene razón, aunque todavía no lo tengo claro.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Capítulo 3


Qué chico más majo. Cada vez tenemos más confianza. Rebeca hizo bien en presentármelo, aun sabiendo lo tímida que soy...

Cogí al renacuajo por el brazo y emprendí el camino que hago con él todos los viernes por la tarde. Según mi tía, le tranquiliza. Vamos por un sendero cerca de mi casa, donde todo es naturaleza. Me encanta ir por allí. Cuando no tengo nada que hacer, a veces voy con mi cámara para hacer fotos impresionantes. Casi siempre viene conmigo Rebeca, pero hace tiempo que no vamos. Últimamente voy con mi primo, más que nada. No puedo hacer fotos porque tengo que estar pendiente de que no se meta entre los arbustos.

-¿Tú crees que es normal que estés robando las cosas de los demás? A ver cuando te enteras de que lo que te encuentras por ahí no te lo puedes quedar.

-Lo siento… - Dijo. 

-"Lo siento, lo siento". Siempre dices lo mismo y lo vuelves a hacer. Compórtate como un niño de siete años que eres, no como uno de dos. - Empezó a llorar. Reconozco que pone una carita… Es igual que el gato de Shrek, y eso puede 
conmigo, lo confieso.

-Lo siento… de verdad. No lo volveré a hacer… Juuu…. – Caían lágrimas de sus ojos como si se hubiera quedado huérfano. Lloraba con el corazón encogido.

-Anda, ven. – Le di un gran abrazo que hizo que se calmara un poco. - Prométeme que no volverás a hacerlo, si no me enfadaré contigo y te quedarás sin paseos ni chuches.

-Vale… - Me contestó secándose las lágrimas.
Yo vivo aquí desde que nací, y mis padres desde que Alan tenía cuatro años. Alan es mi hermano mayor. Ahora tiene diecinueve. Sí, es como todos los hermanos mayores. Siempre me quita el ordenador en la mejor parte de la conversación o del juego. Dice “me toca” y le da al botón. Uff…. Cómo odio que haga eso. No puedo protestar porque me llevo los cates. No puedo decírselo a mi madre porque salta con el rollo de “deja a tu hermano que está en un momento difícil con los estudios y puede necesitar el ordenador para hacer trabajos o buscar información”. Siempre dicen que el mayor se lleva la culpa, pero en mi caso no es así. La verdad es que en el fondo le quiero mucho, me ayuda cuando tengo problemas y yo intento ayudarle a él. Es una gran persona, aunque incordie un poco. Luego está mi hermana pequeña, Natalia. Tiene tan sólo nueve meses. Es muy guapa, siempre me han gustado sus ojos verdes azulados. Depende de cómo le de la luz, los tiene de un color u otro. Yo me río mucho con ella. Cojo un conejito de peluche y le hago un teatro lleno de tonterías. Se ríe a carcajadas y tiene una risa contagiosa. Sale a mí.

Seguíamos por el sendero cuando nos encontramos con Becky.

-¡Hola! 

-¡Hola! ¿Qué haces tú por aquí? – Le pregunté. Me extrañó verla un viernes allí.

-Pues estaba dando una vuelta. ¡Hola Pablo!

-Hoy Pablo se ha portado regular. – Miré a Becky con cara de “ya sabes por qué...”, cosa que captó enseguida.

-¿Qué ha hecho? – Me dijo con los labios, sin pronunciar palabra. 

Pablo no quiere que le hable de eso a nadie. Me acerqué a Becky y se lo dije al oído.

-Le ha quitado el skate a tu amigo, Eitan. 

-¡Oh! ¿Cómo ha llegado hasta su casa?

- Becky…despierta. Vive en su calle. – Dije riendo.

-¡Verdad! Entonces… ¡Tú vives al lado!

-¡Bien, despertaste!

-Pero… ¿cómo sabes dónde vive Eitan?

-Me lo he encontrado persiguiendo a Pablo, iba detrás de su skate. Estuvimos charlando cinco minutos, se iba a la pista de skate con un amigo suyo, creo.

-¡Ahh! Y yo que creía que te cortarías cuando hablaras con él. – Puso la famosa “cara de pato” que siempre me hace reír.

-Nah.

-Bueno, ¿seguimos el paseo juntas? – Propuso acompañada de una sonrisa.

-Venga.

Seguimos paseando hasta las siete o cosa así. Becky ha sido mi mejor amiga desde que éramos pequeñas. Me acuerdo de cuando jugábamos a esconder los tesoros. Le cogía los collares a mi madre y los enterrábamos en el jardín. Se pasaba el día buscándolos, y cuando los encontraba…. En fin… ¡Todo el mundo ha sido pequeño alguna vez! Bueno, el caso: Hemos ido creciendo y no nos hemos separado. Ella vive muy cerca de aquí, por lo que nos vemos muy a menudo. Es una bellísima persona, con la que siempre puedo contar. Me siento genial cuando estoy con ella. Me hace reír, me saca sonrisas, me quita el aburrimiento, aunque sea contando una de sus tonterías… ¡Es la mejor! No sé qué haría sin ella. Cuando estoy triste me consuela y me anima. Cuando estoy contenta se contagia y nos ponemos las dos eufóricas, aunque ella no tenga un por qué. Estuvimos en el mismo colegio en primaria. No nos veíamos en los recreos, cada una estaba con sus amigos, pero a la salida y a la entrada siempre estábamos juntas. Luego, ella pasó a secundaria, a 1º de la ESO. Yo me quedé en 6º. Dejamos de vernos. Sólo quedábamos los fines de semana, pero nunca dejamos de hablarnos. Por fin, un año después, volvimos a encontrarnos e hicimos como en primaria. En los recreos iba cada una a su bola, pero entrábamos y salíamos juntas siempre. Y aquí estamos. Pasamos de curso y seguimos igual de inseparables. Le queda poco para terminar... Pero aún así tengo la sensación de que por muy lejos que estemos nunca nos vamos a separar.



When love breaks up… When the dawn light wakes up… A new life was born. Somehow I have to make this final breakthru… NOW! (8) 

- ¡Cómo me gusta esta canción! Está más que claro que Queen es el mejor grupo del mundo. – Dije mientras escuchaba a mi grupo favorito.

Qué bien haberme encontrado a Ana en el sendero. ¡Tenía ganas de verla!  Así que… ha congeniado bien con Eitan. Mmmm… ¿Podré unirlos a todos y así formar un gran grupo de amigos? Yo creo que podría funcionar. Mañana hablaré con ellos. Sería genial poder pasar buenos momentos juntos. ¡Y el verano! Ya me lo imagino todo… Robe y Eitan seguro que estarían jugando al vóley conmigo y con Alex. Si se uniera Ana, ¡sería todo más divertido! ¡Y así yo tendría un poco de apoyo femenino! Qué divertido… Mis mejores amigos y mi mejor amiga juntos. Tenemos que quedar todos pronto. Tal vez se venga Sandra con nosotros.

- ¡Rebeca, baja esa música! ¡Estoy intentando estudiar!

- ¡Lo siento!- Mi hermano mayor se llama Logan. Tiene dieciocho años y está un poco agobiado con los estudios. Admiro su esfuerzo en sacar una buena nota para Selectividad. Su sueño es ser un gran médico, en cambio yo sueño más con la zoología y la música. Realmente, mi hermano es el típico chico guapo, inteligente… No es que esté hecho un ligón, pero hay muchas chicas que están detrás de él. Pero él sólo tiene ojos para su querida Carla. Está con ella desde hace un año, y aún sigue tan ilusionado como en su primera cita. Los dos piensan tener una relación en serio, y la verdad es que me parece genial porque Carla es como una hermana para mí. 

Son las ocho y media, tal vez Ana esté en su casa. La voy a llamar a ver qué le parece la idea que he tenido. Ana es una chica estupenda, siempre se está riendo. Alegre, divertida, sincera, paciente (a veces), generosa, cariñosa… ¡Se hace querer siempre! Estoy segura de que en todo el mundo no hay chica igual. Es única, y esto le hace ser la mejor amiga del mundo. Algunos piensan que es simple, otros que es distinta… Yo pienso que es como los caballitos de mar, hay tan pocas personas así que siempre sorprenden cuando las conoces. Es la amiga perfecta, con sus defectos, como todo el mundo. Todo esto le hace especial y sé que entre ella y mis amigos se va a formar una gran amistad.

Fui hacia el móvil. Estaba marcando el número de Ana cuando me empezó a llamar Eitan.

-¿Eitan?

- ¿Qué?

- ¿Cómo que qué? Me has llamado tú.

- ¡Ah, es verdad! Lo siento Rebe, estaba embobado mirando cómo patina un chaval… ¡Es un crack!- Respondió riendo.– En fin, ¿te molesto? Es que te llamaba para hablar un rato.

- Ah, ok. Pues mira, precisamente te quería comentar yo una cosa. He pensado que Ana, la chica que has visto esta tarde, podría quedar con nosotros, es decir, que se uniese a nuestro grupo. ¡Creo que lo podemos pasar súper bien todos! ¿Qué te parece?

- Ah vale, por mi vale. Es simpática. – Dijo, seguro. - Oye…

- Dime.

- ¿Como sabías que hoy me la he encontrado?  - Preguntó extrañado.

- Porque yo soy adiviiinaaa… ¡uuuuh! – Unas cuantas carcajadas. – Adiós guapísimo, ¡nos vemos mañana en el insti! – Y le colgué antes de que le diera tiempo a responder. ¡Me encanta provocarle intriga y hacerle rabiar!

[La amistad entre Eitan y Ana comenzaba a surgir. Pero estos chicos no saben hasta dónde va a llegar, y si ese grupo de amigos dará resultado... sin amores y problemas de por medio.]