miércoles, 22 de diciembre de 2010

Capítulo 6


<<¡¡¡¡¡¡¡¡¡PUM!!!!!!!!!!>>


El fuerte golpe que le dio la maestra a la mesa hizo que todos pegáramos un gran bote a la vez.


-¡¡Silencio!!


¡Qué tía! Como la odio…


-Como vuelva a escuchar un solo murmullo os pongo un parte a cada uno.


-¿Qué dice esta loca? ¿Que hay gente callada y por culpa de 3 ó 4 se llevan un parte? ¡Eso es injusticia! – Iván protestó susurrando, pero la Diéresis tiene oídos que lo captan todo. Da igual que le digas algo en la oreja a tu compañero de al lado, ella lo oirá.


-¡¡Ríos!! Ha hecho usted que todos tus compañeros se lleven un parte… ¡¡y usted se llevará 2!! Para que se le acaben las tonterías.


-Hija de la grandísima…-


-¡¡Iván Ríos!! ¡¡¡Expulsado!!! ¿Quién te crees que eres para hablarme así? – No sé cómo se enteró, porque nadie más de la clase oyó cosa semejante.- Ya puedes irte para abajo, que te vas a tu casa 15 días. Y más te vale que no reciba quejas de los profesores diciendo que no has hecho la tarea.
Iván se levantó encorajado y se dirigió a la puerta. Antes de cruzarla, se volvió hacia nosotros.


-Sois una panda de pringaos, ahí sentados como reclutas obedeciendo a una manchá’ de tíos que sólo quieren quitaros tiempo diciéndoos un montón de paranoias.


Se volvió de nuevo y se fue dando un gran portazo.


-Por culpa de Iván, que sepáis que tenéis un parte cada uno. – Dijo la Diéresis cogiendo su cuaderno de notas.


-Pero tiene razón, si ha sido él el que ha hablado, no tenemos porqué pagarlo todos. – Replicó el empollón de la clase. Me extraña que no se hubiera quedado callado casi llorando por el parte.


-Mira, dejad de protestar si no queréis llevaros otro.


Esa tía es… ¡uff! No la soporto. Nos tiene una manía enorme a todos. Es solo pisar la clase y ya se le pone la cara… de perro estreñido.

En el recreo…


-¡Ana! ¿Qué ha pasado en tu clase? Me he cruzado con Iván en el pasillo y tenía una cara de cabreo…


Vi a Rebeca, que se dirigía a mí. Hace mucho frío hoy, a si que le conduje hasta el interior del instituto.


-La maestra se ha enfadado. Iván ha protestado y le ha puesto dos partes, y uno a mí y al resto de la clase. Encima Iván le insultó y lo ha expulsado quince días.


-Anda… Normal que fuese con esa cara.


-Ya podía haber cerrado la boca y ahorrarnos un parte y unas cuantas broncas a cada uno.


-¡Hay que ver, Ana! ¡No me esperaba esto de ti!


La miré con cara de muy mala leche.


-¡Es brooma! ¡Hay que ver! ¡Tienes razón, Ana, ya podía haberse callado!


-Qué tío.


-¡Eh! ¿Qué ha pasado con Iván? Todo el mundo está hablando de eso.


Eitan se acercó a nosotras para enterarse, ya que todo el mundo se unía en pequeños o grandes grupos donde por mucho que quisieras llamar la atención todos te ignoraban.


-Que le han expulsado por montar una buena. – Respondí malhumorada.


-¿Qué buena?


-Le han puesto un parte – Dijo Rebeca señalándome con la mirada. – y a toda su clase por su culpa, luego ha insultado a la Diéresis y lo han expulsado quince días.


-Wow… Le han puesto a Ana un parte… qué raro.


Yo: ¬¬


-¡Qué quieres! ¡Es raro!


-Es que lo cogía y… - Es que lo cogía y…será muy guapo y todo eso que piensan las demás chicas, pero tambien muy tonto.


- Bueno, bueno, tranquila. Lo van a echar, ¿no? Pues ponte contenta porque estarás quince días sin ver su fea cara . – Rebeca intentaba sacarme una sonrisa, cosa que consiguió, como siempre.


-Anda, cambiemos de tema. ¿Qué pasó con Alex al final? No pude quedarme. – Pregunté dirigiéndole la mirada a Eitan, pero desapareció. No estaba - ¿Dónde se ha metido?


-No sé… no le he visto irse. – Nos quedamos las dos un poco pilladas…


-A lo mejor es como Culebra, el chico de “Los Protegidos”, y se hace invisible. – Dijo con una sonrisa extraña.


-Quién sabe las amorfidades que habrá en este mundo…

Llegó la tarde… y me encontraba aburrida, como siempre, y en mi cama… sin hacer absolutamente nada. (…)


-¡Ana! ¡Rebeca al teléfono!


Me quité los cascos… me levanté con pelos de loca…


-Ya voy.


Bajé despacio, cabreada aún y algo deprimida.


-¿Si?


-¡Ana! ¿Dónde estás? Te estamos esperando donde siempre.


-¿Cómo?


-Ehh… Quedamos los tres… ¿no te acuerdas?


-Ahh… lo siento, no voy a poder ir.


-¿Por qué?


-Mi madre me ha castigado sin salir… por lo de Iván.


-¡Venga ya! ¡Hace una semana por lo menos que lo planeamos!


-¿Y qué le hago yo? Siento no haberos avisado, pero no me acordé. Quedad vosotros, ya quedaremos otro día.


-(… ¿Me lo vas a dejar o no?...)


-¿Rebeca?


-(… ¡Espera!...)


- …


-(…¡Trae para acá!...) ¿Ana?


-¿Eitan? ¿Qué hacéis?


Empezaron los dos a reírse al otro lado del teléfono. Mira qué bonito. Yo castigada y los otros dos pasándoselo bomba. Gracias Iván.


-No, nada, es que Rebeca se ha tropezado con una piedra y se a caído al suelo. ¡Que torpe eres Becaaa! (…jajajajaja…) – se escuchaban risas de fondo.


-Oye… no estoy de humor…


-Bueno, te quería preguntar si mañana te van a dejar libre.


-No sé… espero.


-Pues si te dejan, ¿por qué no te vienes a dar una vuelta con nosotros? Como si hiciéramos mañana lo de hoy.


-Venga vale. Intentaré convencer a mi madre.


-Adiós, guapa. ¡Anímate!


-Adiós, pasáoslo bien.


Eitan tan convincente como siempre… Volví a tirarme en la cama y a ponerme los cascos.

 Al día siguiente…
-
¡Hola! ¡Por fin! – Rebeca vino corriendo a cámara lenta (como en las películas) hacia mí con los brazos preparados para darme un abrazo.


-¡Hola! ¡Qué ganas tenía de venir! No aguantaba más encerrada entre esas cuatro paredes. – Dije mientras nos abrazábamos.


-Ven, he quedado con Eitan en mi casa. No pude llamarte para decírtelo porque se me acabó la batería y mi hermano no paraba de hablar con la novia con el fijo…


-Da igual. Vamos.


Poco después de llegar a casa de Rebeca, vino Eitan.


-¡Hola fea!


-¡Hombre! ¡Qué de tiempo sin verte!- le vi esa mañana en el recreo. Sí, lo sé… se nos va la pinza.


Estábamos dando una vuelta por el caminito de siempre, cuando Eitan empezó a decir cosas… extrañas:


-Oye, ¿cuánto era el bicho?


-Uno veinte, creo. – Respondió ella.


-¿Ein? – Odio no enterarme de las conversaciones.


-¿Entonces sesenta?- Volvió a preguntar.


-Exacto- Respondió de nuevo.


Y más si me ignoran.


- ¡¿De qué habláis?!


-No nada, cosas nuestras.


-Con que cosas vuestras… - Sonreí. Ellos entendieron mi sonrisa.


-No seas mal pesada…


-Es broma. Venga ya… ¿qué decís?


-¡Nada!


-…


-Bueno, ¿le dijiste algo a Iván?


-No… pero… ¿y ese cambio de tema?


-Nada…


 Finalmente seguimos charlando sobre el famoso parte. Me invadía la curiosidad sobre aquellos números y aquel "bicho". ¿Qué serían? Intenté pensarlo, pero cuando veían que me ponía a pensar, me decían algo para que me distrajera. Si se traen algo entre manos tiene que ser gordo, porque Rebeca me lo cuenta casi todo, y me extraña que haya ahora tanto secreto.

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