martes, 25 de septiembre de 2012

Capítulo 69


"Another day has gone, I'm still all alone, how could this be, you're not here with me. You never said goodbye, somebody tell me why, did you have to go? and leave my world so cold..."

-Esta canción es muy triste, Michael Jackson, para limpiar el suelo de la cocina. Hum... ¿qué tal si probamos mejor...? - Buscando entre las cincuenta canciones que podría tener en aquella carpeta en el MP5, mis ojos pudieron encontrar un título que venía perfecto para el momento. -... Oh sí, tú eres la acertada. - 'Reproduciendo Moonlight'.

"My baby’s always dancing and it wouldn’t be a bad thing, but I don’t get no loving and that’s no lie. We spent the night in Frisco at every kinda disco from that night I kissed our love goodbye..."

Moviéndome y cantando con la fregona, pasé la mañana limpiando un poco la casa. Rebeca estaba muy ocupada con las invitaciones. Se le veía un poco agobiada porque en un mes y medio por fín llegará Abril y necesita terminar de organizarlo todo cuanto antes. Unos pasos se oyeron por las escaleras, junto con un 'Buenos días' y un bostezo. Ambas miramos, y era el niño más guapo del universo entero, que acababa de empezar su día. Se acercó a mí, me dio un beso y se quedó apoyado en mi hombro, aún algo dormido.

-Buenos días, cariño. - Le di otro beso, esta vez en la mejilla. Volvió frente a mi, y con los ojos aún sin despertar me sonrió como un niño recién levantado. Qué gracia me hizo...

-¿Quieres un café?

-Ya tengo, gracias. - Le respondí alzando el brazo con el café en la mano.

-¿Rebeca?

-¡Por favor y gracias!

Se acercó al salón, colocó con cuidado uno de los cafés en la mesa, a la derecha de Rebeca, y acto seguido se tiró al sofá manteniendo el suyo en equilibrio. Empezaron a hablar sobre las invitaciones, y Robe comenzó a meter los bonitos impresos en sobres color blanco roto. Rebeca estaba un poco estresada con todo aquel tema. Pero nosotros le ayudamos cada vez que podemos y así al menos acaba el día más tranquila.

-¿Dónde está tu futuro marido? - preguntó Robe al notar su ausencia.

-Se ha levantado temprano para ir al sitio de la celebración y empezar a organizar el tema de las carpas, los camareros y todo lo demás.

-Joder, qué bien suena.

-Un amigo íntimo de mi padre tiene un restaurante y hace muchas celebraciones de éstas, -aclaré yo - que también es amigo del padre de Rebeca. Si lo dejamos en sus manos... Quedará todo precioso, seguro.

- ¡Ya te digo! - dijo algo más animada mi amiga - este hombre se encargó de los preparativos de mi comunión... Y vaya comunión...

-Pues sí, ¿recuerdas la mía? Estuvo bastante bien también.

-Vosotras lo que sois es unas suertudas ricachonas. – Soltó Robe entre carcajadas.

-¡Ojalá! - dijimos ambas a la vez. - ¡Por cierto! Tía, tenemos que ir mañana a ver cómo ha quedado tu vestido, y probártelo de nuevo para decidir si cambiaremos algo más.

-Oh, es verdad... Uf, con el vestido sí que estoy indecisa. Me encanta... Pero no quiero conformarme con cualquier cosa.

-Mañana lo dejaremos perfecto, tranquila - le lancé un guiño de forma exagerada, cual ella me devolvió.- Oh, dios mío...

-¿Qué? - preguntaron los dos al unísono-

- ¡Que yo aún tengo que probarme el vestido de dama de honor!

-Joder, cómo me alegra ser tío - añadió Robe - yo solo tengo que buscarme una corbata nueva y que ninguno lleve, y con mi traje de chaqueta del año pasado me basta. - Qué razón tiene...

Pasaron las horas y por fin, llegadas las 7 de la tarde, tras dos días y medio de trabajo, conseguimos acabar con las invitaciones. Solo nos quedaba mandarlas. Estábamos viendo una gran película, "La casa del lago", cuando alguien llamó a la puerta, bueno, más bien llamó a la puerta a través de palabras y no golpes.

-¡¡TOC,TOC!! - Ninguno se movió del sofá para abrir. Nos miramos mutuamente esperando a que alguien se levantara. - ¡¡¡TOC, TOC!!! - seguíamos disfrutando de la película al reconocer la voz de Guille - ¡Abridme, flojos cabrones! - Risas.

-¿¡Y tus llaves!? -preguntó Robe con su potente voz. Unos segundos de silencio esperando la respuesta...

-... Es que se me quedaron en el bolsillo del otro pantalón...

-¡Jajaja! Ábrele Robe, pobrecito. -dije entre risas. Cuando Robe le abrió la puerta, Guille entró corriendo al salón con una enorme caja de bombones y un ramo de flores precioso.

-Para la preciosa novia con todo mi cariño y apoyo. Que sé que te estás hartando de preparativos. - Robe y yo nos quedamos con los ojos abiertos como platos y fijos en el rico chocolate. Si hay algo que nos apasiona a ambos, además de la sensación que provoca meter la mano en un saco de arroz, es el chocolate.

-¡Muchas gracias, Guille! ¡Pero qué lindo...! - se levanto y le dio un enorme abrazo. Colocó las bonitas flores en un jarrón en la mesa del comedor. - Me encanta estas flores, son mis preferidas, ¿cómo lo has sabido?

-Mmm... –Guille se quedó un rato pensando, cual niño intentando inventar una excusa tras una trastada de las buenas. –Bueeeno, vale, me has pillado. Las flores van de parte de Eitan. He estado allí ayudando y me ha dicho que las recoja para ti. Si miras dentro, debe haber una tarjetita. ¡Pero juro que los bombones son un regalo mío!

-¡Jajaja! Qué personaje eres... Abridlos, anda, y comemos un poco ahora.

-¡Siiii! - gritamos a coro Robe y yo.

"Esta mañana me desperté tempranito para volver a tu lado pronto, pero esto va para largo, así que toma un pequeño regalo para que sepas que llevo pensando en ti todo el día. Quiero que todo sea perfecto. Te quiero mi vida.

Tu Feliz Esclavo :)"

Otra sonrisa más en su rostro... No hay nada mejor que ver a tu mejor amiga feliz. Salvo una amiga feliz con chocolate :).

lunes, 10 de septiembre de 2012

Capítulo 68

-Bec, tengo algo que decirte.

A penas había dejado de mirar aquella gran frase y volvió a mi mente a través de palabras esta vez pronunciadas. En los acantilados, unos trazos enormes daban lugar a un significado en el cual mi nombre se encontraba. No podía creer lo que veía, hasta que lo oí con su voz. Me orienté hacia su posición aun con la boca abierta y los ojos como platos, dispuesta a escuchar:

-Llevamos juntos, puaf, me atrevo a decir toda la vida. Porque tú eres mi vida. Hemos sido amigos y como hermanos. Estando ya juntos hemos pasado por momentos tristes y dolorosos, pero también por momentos que jamás olvidaría. Hemos pasado todo aquel obstáculo que se interponía juntos. Me has hecho creer en las historias de amor, porque como esta no hay película romántica que se le parezca.- Tras de sí un inmenso mar daba fin a un hermoso atardecer. Me cogió de las manos, y mirándome con ojos repletos de sinceridad, continuó. - Contigo no he parado de sonreír, y si he tenido que llorar alguna vez, siempre has estado ahí. Joder, Rebeca... Te confiaría mi vida y mi alma si pudiera, porque sé que jamás estaría en mejor paraíso que en tu corazón. Siempre he sido torpe para expresar mis sentimientos, pero contigo no me cuesta hacer nada. - Dios, increíble...- Te quiero, y siempre me tendrás aquí para lo bueno y lo malo, en la salud y enfermedad... - Paró, dejándome aquella frase a medias. Empecé a creer cosas imposibles y quería que siguiera. Pero entonces, silbó fuertemente y apareció desde un rincón entre las rocas una pequeña figura oscura y peluda: Krash. No entendía nada de nada. Cuando se acercó a nosotros, pude descubrir en su collar una pequeña cajita. Eitan la cogió y de la distancia se oyó otro silbido, al cual Krash acudió enseguida.

-Hum... ¿Qué está pasando aquí?

-Shh, por favor, déjame terminar. - Volvió a cogerme las manos y, mirándome fijamente y con una bella sonrisa, volvió a repetir la última frase. - ... Para lo bueno y lo malo, en la salud y enfermedad... - Se fue agachando lentamente, sosteniendo una de mis manos. No puede ser... Imposible... - ...y quiero que estés conmigo siempre. Siempre. Por eso, déjame decirte algo...

Silencio. Solo el ir y venir de las olas nos acompañaba. Mi respiración se aceleraba. En cambio, él suspiraba despacio. Mi corazón iba a estallar cuando vi el interior de aquella cajita recién abierta. No era un sueño, estaba ocurriendo de verdad, y por fin salieron de sus labios la última frase:

-Bec, ¿quieres casarte conmigo? - Cerré los ojos, humedecidos por pequeñas lágrimas. Suspiré hondo, adueñándome del olor del ambiente. Seguidamente volví a mirarle con una sonrisa que radiaba felicidad. Me tiré de rodillas frente a él, poniéndome a su altura. Y sin saber cómo, pude pronunciar la respuesta.

- Te amo... ¡Sí! - Le abracé con tanto impulso que casi caemos a la arena, pero él me sostuvo y consiguió mantener el equilibrio. Nos levantamos, uno frente al otro, y a centímetros de distancia, nos miramos durante unos segundos, sin saber qué decir, hacer o pensar. Solo queríamos que aquel momento no acabara nunca. Sus manos rodearon mi cara y me besó. El beso más bonito que habíamos tenido. Una mezcla de sentimientos nos tenía presos. Nos fuimos rodeando con los brazos poco a poco, dejando que nuestra piel satisficiera ese persistente deseo. Cuando nos quisimos dar cuenta, el sol ya se había marchado y empezaba a oscurecer... Cogidos de la mano y abrazados además, abandonamos la zona paseando con las pequeñas olas de la orilla sobre nuestros pies... Dejando pasar a un nuevo comienzo.

Nos quedamos hasta las 12 de la noche en la playa, paseando, hablando o simplemente amándonos.

Cuando volvimos a casa, bajé del coche y a toda velocidad entré dentro. Estaba todo a oscuras porque estaban viendo una película en el salón. Pero no le di importancia y encendí todas las luces, sorprendiendo al personal.

- ¡¡¡¡ME CASOOOO!!!!

Acudieron a mi con una gran sonrisa y los brazos abiertos. -¡Felicidades!-, me decían todos. Como una gran familia, celebramos juntos el acontecimiento con risas, diversión y sobre todo, mucho cariño. ¿Quién iba a decirme que el mejor día de mi vida acababa de empezar?

Capítulo 67


-¿Ana, estás lista?
-Lista y preparada.

-¿Krash?

-Correa en mano.
-¿Collar?

-Colocado.
-¿Y...? - Mirada insinuante.

-Todo listo para que salga perfecto. - A Eitan se le iluminaron los ojos. Su momento por fin había llegado. Hoy sería su día. El día en el que podría convertirse en la persona más feliz del mundo. Solo faltaba que mi plan saliera a la perfección...

 
[Minutos después, en uno de los chiringuitos de la playa...]

-¿Cómo te va con Robe?
-Muy bien. No sabes lo feliz que soy... después de un mes sin él. Ni te lo imaginas.

-Ya os veo... parecéis estar en una película. ¡Qué chico más romántico, por dios! - Las dos reímos al unísono.
Hacía mucho tiempo que no pasaba un día con mi mejor amiga. Ana y yo nos conocíamos desde hacía años... y nuestra amistad no había cambiado. Seguíamos siendo las mismas pavas de siempre, haciendo las mismas locuras... No la cambiaría por nada del mundo.

Y aquí estamos, años después, sentadas en nuestro chiringuito favorito, comiendo kikos y tomándonos un batido de chocolate con nata enorme, decorado con una sombrillita rosa y dos cañitas verdes. Faltaba tan solo una hora para el atardecer. Desde esta parte de la playa, se reflejaba una imagen hermosa en el cielo cada día, mientras el sol se despedía para dar paso a la noche y a las estrellas. Se podría decir que es mi momento favorito del día, y más si lo paso con ella.
Krash nos acompañaba esa tarde. Maya estaba en el veterinario con guille y sus cachorros según me dijo Ana: revisión. Tumbado junto a nuestros pies, disfrutaba de la brisa fresca. Alguna que otra vez veíamos como orientaba las orejas hacia algún que otro perro que correteaba por la arena, pero gracias a Alex aprendió a controlarse y a ser, como dice César Millán, el Encantador de perros, un perro equilibrado.

-¿Qué vas a hacer esta noche, fea de la vida? - Pregunté mientras me tomaba los tres últimos kikos.

-Voy a acompañar a Guille a su estudio, está haciendo un reportaje y quiere que le ayude con las luces. - Ana sonrió de oreja a oreja.

-¿Prefieres eso a pasar un rato con tu mejor amiga? - Fingí sentirme mal y puse cara de cordero degollado, como el gato de Shrek.
En ese momento sonó mi móvil. Mi amiga se salvó por los pelos, aunque sabía que bromeaba.

El nombre de la persona más importante de mi vida decoraba la pantalla del móvil: Eitan.
-¡Hola amor!... Sí, estoy con ella en la playa... Venga, vale, te esperamos. Un beso.

-¿Y bien? - Preguntó Ana.
-Viene para acá.

-Hay que ver cómo se acompla la gente. ¡Se supone que hoy era nuestro día! - En el fondo, Ana me entendía. Sabía lo que se sentía cuando tu chico te decía que quería verte y, estaba segura de que comprendía que no le rechazaría.
Tres cuartos de hora después, apareció Eitan de la nada. Unas manos comenzaron a jugar con mi pelo, pero no me dio tiempo de asustarme: en la mirada y la sonrisa de Ana se reflejaba quién estaba detrás de mí. Tras un besito en la frente, cogió una silla y se sentó junto a nosotras. Miradas curiosas envolvieron el ambiente.

-Te echaba de menos. - Eitan se decidió y rompió el silencio. Me sonreía, con esa sonrisa encantadora que tanto me gustaba. Enseguida Ana se dio cuenta de la situación.
-Bueno, yo me voy a ir ya, Krash se muere de hambre. - Los tres miramos al can, y vimos como dormía junto a nuestros pies.

-¿Segura? - Los tres reímos. Mi excusa no había funcionado.
-Bueno, de todas formas, me voy. No me gusta estar de aguantavelas. ¡Pasáoslo bien! - Y, después de dos besos y un abrazo, cogió la correa y se alejó por la orilla, dejando suelto a Krash para que jugara entre las olas.

El sol estaba a punto de ponerse. Seguimos a Ana con la mirada, hablando de ella y la locura que le inundaba de vez en cuando, aquello que la hacía tan especial. Hasta que desapareció entre la multitud.
-¿Qué te apetece hacer? - Preguntó Eitan. Su mirada hoy era distinta. Sus ojos brillaban como nunca. Al principio creí que rompería a llorar, pero su sonrisa indicaba lo contrario. Desvió la mirada hacia la arena, por donde nuestra amiga estuvo paseando minutos antes.

Y, sin dudarlo ni un segundo, acepté su propuesta: me encantaba dar paseos por la orilla.
La playa estaba preciosa. Ya no había mucha gente en la arena, la mayoría estaba dando vueltas por el paseo marítimo, preparándose para ir a algún sitio a cenar. Algunos perros, a los que antes Krash les prestaba demasiada atención, correteaban junto a las olas, en busca de pelotas y discos voladores que les lanzaban una y otra vez.

Ya nos estábamos acercando a las rocas. El mar estaba tranquilo, aunque de vez en cuando rompía una ola junto a nosotros y nos salpicaba, pero se estaba muy bien allí.
El sol se encontraba ya en el horizonte, a falta de unos minutos para que desapareciera. Pasamos junto a las rocas, y entonces vi algo que me dejó petrificada.

A mi izquierda, en el acantilado, se podía leer una frase pintada en negro, cuyas palabras eran incluso más grandes que yo.
"Bec... Tengo algo que decirte."