lunes, 10 de septiembre de 2012

Capítulo 68

-Bec, tengo algo que decirte.

A penas había dejado de mirar aquella gran frase y volvió a mi mente a través de palabras esta vez pronunciadas. En los acantilados, unos trazos enormes daban lugar a un significado en el cual mi nombre se encontraba. No podía creer lo que veía, hasta que lo oí con su voz. Me orienté hacia su posición aun con la boca abierta y los ojos como platos, dispuesta a escuchar:

-Llevamos juntos, puaf, me atrevo a decir toda la vida. Porque tú eres mi vida. Hemos sido amigos y como hermanos. Estando ya juntos hemos pasado por momentos tristes y dolorosos, pero también por momentos que jamás olvidaría. Hemos pasado todo aquel obstáculo que se interponía juntos. Me has hecho creer en las historias de amor, porque como esta no hay película romántica que se le parezca.- Tras de sí un inmenso mar daba fin a un hermoso atardecer. Me cogió de las manos, y mirándome con ojos repletos de sinceridad, continuó. - Contigo no he parado de sonreír, y si he tenido que llorar alguna vez, siempre has estado ahí. Joder, Rebeca... Te confiaría mi vida y mi alma si pudiera, porque sé que jamás estaría en mejor paraíso que en tu corazón. Siempre he sido torpe para expresar mis sentimientos, pero contigo no me cuesta hacer nada. - Dios, increíble...- Te quiero, y siempre me tendrás aquí para lo bueno y lo malo, en la salud y enfermedad... - Paró, dejándome aquella frase a medias. Empecé a creer cosas imposibles y quería que siguiera. Pero entonces, silbó fuertemente y apareció desde un rincón entre las rocas una pequeña figura oscura y peluda: Krash. No entendía nada de nada. Cuando se acercó a nosotros, pude descubrir en su collar una pequeña cajita. Eitan la cogió y de la distancia se oyó otro silbido, al cual Krash acudió enseguida.

-Hum... ¿Qué está pasando aquí?

-Shh, por favor, déjame terminar. - Volvió a cogerme las manos y, mirándome fijamente y con una bella sonrisa, volvió a repetir la última frase. - ... Para lo bueno y lo malo, en la salud y enfermedad... - Se fue agachando lentamente, sosteniendo una de mis manos. No puede ser... Imposible... - ...y quiero que estés conmigo siempre. Siempre. Por eso, déjame decirte algo...

Silencio. Solo el ir y venir de las olas nos acompañaba. Mi respiración se aceleraba. En cambio, él suspiraba despacio. Mi corazón iba a estallar cuando vi el interior de aquella cajita recién abierta. No era un sueño, estaba ocurriendo de verdad, y por fin salieron de sus labios la última frase:

-Bec, ¿quieres casarte conmigo? - Cerré los ojos, humedecidos por pequeñas lágrimas. Suspiré hondo, adueñándome del olor del ambiente. Seguidamente volví a mirarle con una sonrisa que radiaba felicidad. Me tiré de rodillas frente a él, poniéndome a su altura. Y sin saber cómo, pude pronunciar la respuesta.

- Te amo... ¡Sí! - Le abracé con tanto impulso que casi caemos a la arena, pero él me sostuvo y consiguió mantener el equilibrio. Nos levantamos, uno frente al otro, y a centímetros de distancia, nos miramos durante unos segundos, sin saber qué decir, hacer o pensar. Solo queríamos que aquel momento no acabara nunca. Sus manos rodearon mi cara y me besó. El beso más bonito que habíamos tenido. Una mezcla de sentimientos nos tenía presos. Nos fuimos rodeando con los brazos poco a poco, dejando que nuestra piel satisficiera ese persistente deseo. Cuando nos quisimos dar cuenta, el sol ya se había marchado y empezaba a oscurecer... Cogidos de la mano y abrazados además, abandonamos la zona paseando con las pequeñas olas de la orilla sobre nuestros pies... Dejando pasar a un nuevo comienzo.

Nos quedamos hasta las 12 de la noche en la playa, paseando, hablando o simplemente amándonos.

Cuando volvimos a casa, bajé del coche y a toda velocidad entré dentro. Estaba todo a oscuras porque estaban viendo una película en el salón. Pero no le di importancia y encendí todas las luces, sorprendiendo al personal.

- ¡¡¡¡ME CASOOOO!!!!

Acudieron a mi con una gran sonrisa y los brazos abiertos. -¡Felicidades!-, me decían todos. Como una gran familia, celebramos juntos el acontecimiento con risas, diversión y sobre todo, mucho cariño. ¿Quién iba a decirme que el mejor día de mi vida acababa de empezar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario