sábado, 27 de agosto de 2011

Capítulo 38


Pasaron ya tres semanas desde el encuentro que tuve con mis amigos.  Unas tres semanas increíbles. Sería perfecto, de no ser por ella. Ella. La que me ha jodido tanto y me ha dejado tan… mal. Antes, tenía claro que iba a contarle a Ana mi problema, por si podía ayudarme, ya que a ella la veo más que a los demás. 
El siguiente día después de verles a todos, no pude contárselo. Me daba mucha vergüenza, y quería ver si se me ocurría algo a mí solo. Pero no. Veo que necesito a alguien que me aconseje. Es por eso por lo que en el descanso de hoy, fui a buscarla, decidido, para pedirle ayuda.




Estaba sentada con unas amigas en un banco. Charlábamos mientras nos tomábamos el desayuno. Cada una poníamos un tema, todos los días, sobre cosas que nos ocurrían. Siempre hay algo divertido que contar.
-Ana- Reconocí esa voz sin problemas, y supe que por fin el momento había llegado. Estaba ansiosa porque así fuera desde que Eitan me contó el secreto de Robe. Deseaba estar con él, compartir más cariño del que ya compartimos y demostrarle lo mucho que me importa. Al darme la vuelta, sonreí aún más. Le vi con cara de preocupación. (Típico nerviosismo que nos entra cuando queremos declararnos a alguien) ¡Qué mono!
-¿Sí?
-Ven un momento. – me agarró del brazo y me condujo a la biblioteca. Noté una cierta presión que me hizo sentir un poco incómoda. Me esperaba un toque más suave y cariñoso. Después nos sentamos en un rincón y empezó a hablar. – Necesito tu ayuda. – Entonces se esfumó mi sonrisa. Me decepcioné, ya que se notaba que sus intenciones no eran las que yo creía.
Bajé mi mirada y, tras pensarlo un momento, le miré para averiguar a qué se refería.
-Dime. – Dije acompañando con un suspiro. Empezaba a preocuparme a mí también. Porque si no era eso… ¿qué otra cosa le podía preocupar? Estuvo callado unos segundos mientras yo seguía triste por haberme ilusionado por una tontería.
-Ehh… poco antes de que me llevaras a tu casa, me llegó una carta. Era de una chica con la que salí el verano pasado, en Madrid. Corté con ella porque se volvió insoportable.
-Ohh… ¿y qué dice la carta?
-Ese es el problema. – Su cara ahora cambió. Sus ojos se pusieron brillantes y apretó los labios. Me temía que quisiera volver con ella. Esa idea me hizo estar casi igual de preocupada que él.
-¿Quieres volver?
-No, no. Aún peor. – Me miró a los ojos y entendí lo que estaba pasando.
-¡No puede ser!
-Sí…
-¿De cuánto?
-Cuatro meses. Me ha pedido que vuelva con ella para ayudarle a cuidar el bebé cuando nazca.
-Oh dios…
-Y… no quiero estar con esa, Ana. No sé qué hacer. ¡Ayúdame!
Se me vino el mundo encima… En ese momento todas mis esperanzas se esfumaron. Ya estaba segura de que no iba a pasar nada entre él y yo. Ya dejaría de intentarlo. Se acabó. 
Agaché la cabeza y la apoyé en la mesa utilizando mis brazos cruzados como almohada. Por un momento sentí rabia y mi cabeza buscaba excusas para mantenerme al margen del tema, pues sabía que terminaría dolida. Pero en el fondo sentía que debía ayudarle ya que al fin y al cabo es mi amigo.
Me incorporé y le miré fijamente a los ojos. Parecían asustados esperando una respuesta, más bien una solución.
-Esto es lo que vamos a hacer


2 comentarios:

  1. WOW, quiero saber lo que pasa yaaa!!! Pobre Robe, ya verás como al final es una trola para que vuelva con él!!! jajaaja. A ver que ocurre...

    ResponderEliminar
  2. Me han encantado los relatos...... XD. El de Frankenstein es súper!!! Y el de Amistad va antes de Avaricia me encantó!! <3 ^_^

    Y lo de cartas de tinta blanca me encantó, tengo la misma opinión sobre la sociedad actual.
    besos

    Cali

    ResponderEliminar