jueves, 21 de abril de 2011

Capítulo 16

Abrí el garaje para coger la tabla de surf, pero el mando murió. La pregunta es: ¿Y ahora qué hacemos? Como no, en mi casa nunca hay días normales. O se pierden llaves, o mueren mandos, o mi hermana se cae, o mi madre se queda encerrada en el baño… Hoy tocan los mandos muridos.
Llegaba tarde por culpa del mandito de los (piiiiiiiiii), pero, finalmente pude recuperar mi tabla, metiéndome por la única y minúscula ventana del garaje. ¡Como para sacar la tabla por ahí!
Menos mal que llegó mi padre con un mando con pilas nuevas y pudimos abrir la puerta. Si no me veo haciendo surf entre los trastos y juguetes viejos.
Sobre las 7 menos cuarto o así llegué a la playa. Eitan y Alex ya estaban en el mar, acompañados con una persona que no caía quién era. Me acerqué y dejé mis cosas en la arena junto a las de mis amigos, cuando noté que algo saboreaba mis pies. Una pequeña bolita blanca peluda me lamía los dedos de los pies. ¡No sé cómo no murió de intoxicación!
-¡Hola, preciosidad! – Lo cogí en brazos, (bueno, la cogí, porque me di cuenta de que era hembra) cuando un chaval se acercó.
-Hola – Llegó mojado y con una preciosa tabla de surf bajo su brazo. – Se le coge cariño pronto, ¿eh? Yo también me he enamorado de ella. Soy Guille.
-Pues sí, se le coge en seguida. Yo soy Robe. – Nos estrechamos la mano y solté a la bolita de pelo, que salió corriendo hacia su dueño nada más pisar la arena.
-¡Robe! ¡Por fin, tío! Creíamos que no vendrías. – Los mellizos venían corriendo también con sus tablas bajo el brazo. – Hemos conocido a Guille nada más llegar. Estuvimos hablando con él y se unió a nosotros para arrasar las olas.
-¡Guay! Pues, ¿a qué estamos esperando? ¡El mar nos espera!
[Los cuatro corrieron hacia el agua, haciendo una carrera a ver quién llegaba antes, pero la pequeña bolita de pelo los adelantó a todos. Cuando salió del agua, dejó de ser una bolita de pelo, y pasó a ser una fregona chorreando. Tras varias horas divirtiéndose, los chicos salieron del agua y se sentaron en la arena. A continuación empezaron a abrir bocadillos y refrescos para cenar. Se quitaron los trajes de neopreno y se quedaron en bañador  y camiseta. Aún el sol brillaba mucho, y hacía bastante calor.
]
-Bueno, y ¿de dónde eres, Guille? – Eitan fue el que comenzó con el interrogatorio.
-De Almería. Vine aquí para estudiar. ¡Maya, deja de lamer pies! – La pequeña perrita se había encariñado con los pies de Alex.
-Ohh… bien, bien. ¿Qué raza es? – Dije mientras la señalaba.        
-Samoyedo. Me la regalaron antes de irme. Sólo tiene 3 meses, pero ya está hecha una mujercita.
-Y ahora, ¿por dónde vives?
-Pues aquí al lado. Vengo todos los fines de semana a surfear. Ya os había visto antes por aquí.
-Pues es la primera vez que te veo. – Dije. -Me alegro de que vivas cerca, así podremos quedar para pasar la tarde aquí.
-Por cierto, Eitan, ¿llamaste a Rebeca? – Alex cambió de tema, haciendo que a Eitan se le quitara la sonrisa de la cara.
-Prefiero no hablar ahora de eso. Ya te contaré.
-Bueno, yo creo me voy a ir yendo ya. Maya tiene hambre, y se pone como una fiera si no le doy de comer. – Guille se levantó cogiendo sus cosas.
-Vale. ¡Nos vemos!
[Mientras Guille y Maya se alejaban, Alex, Robe y Eitan recogían las toallas y demás, y se fueron cada uno a su casa. Por el camino, Alex y Eitan hablaron de Rebeca. Eitan le contó todo con detalle, pero prefirieron hablar del tema otro día. Eitan no tenía ganas de deprimirse de nuevo, aunque en el fondo ya lo estaba superando.]




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