sábado, 30 de julio de 2011

Capítulo 31

¡Toc, toc!

-¡Pasa! – pensando en mil cosas sin sentido, estaba yo tirada en mi cama sobre las cuatro y media mirando hacia el techo.  Alguien me despertó  de aquel raro sueño llamando a mi puerta, pero a pesar de haber dicho que entrara, nadie contestó ni la puerta se movía. - ¿Quién es? - Solo se oía, en el tremendo silencio que inundaba mi habitación, un largo suspiro seguido de un “ yo” triste, que me hizo pensar en la misma persona que entonces abrió la puerta cuidadosamente.
- ¿Podemos hablar? – preguntó mi gran amigo Guille, el mismo que hace poco más de una hora  me confesó su lado oscuro.  Una faceta que nunca me hubiese imaginado de él. Se sentó en mi cama, yo no me moví y seguí tumbada. Cogí mi peluche de oso y me entretuve durante un gran rato tocándole las orejitas, mientras escuchaba a Guille. – Ana, tienes que saber que llevo mucho tiempo con ese tema olvidado. Desde aquel hombre tuve pesadillas todas las noches durante casi dos meses. ¡Estuve a punto de volverme loco! Dimití a ellos porque yo tengo conciencia, y cada vez que recuerdo mi pasado me come por dentro. Me siento muy mal, sobre todo ahora que sé que te podrían haber hecho daño, y que yo fui parte de ellos. Me arrepentiré toda mi vida, pero solo me queda seguir una vida normal, sin problemas, y olvidarles. Recuperaré tus cosas y hablaré con ellos. Tal vez consiga convencerles, aun que lo veo difícil. Te prometo que he cambiado, y que soy el mismo Guille que conociste.
-Guille…
-No, Ana… - me interrumpió y se puso nervioso-  sé que te cuesta creerme… pero, por favor, piensa antes lo que vayas a decirme. – ¡pero qué mono (L)! Nunca le he visto tan preocupado.
-Guille. Te creo – le sonreí y le abracé con todas mis ganas. Estuvimos así unos minutos, fue un abrazo muy largo y me hizo sentir muy bien. Guille se calmó y se acercó a mi oído.
-Gracias - me susurró.


 (Mientras… unas dos habitaciones más a la derecha…)

-¿Qué diferencia hay entre los pepinillos que venden en los tarros y los pepinillos a rodajas de las hamburguesas?
-Pues yo que sé, es lo mismo ¿no?
-¡No! Porque los pepinillos a rodajas son cortados de un pepinillo más ancho que los de tarro.
-Pf, demasiado pensar…
Los gemelos discutían inteligentemente de los pepinillos cuando apareció Bec, más feliz que nunca.
-¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!!!! – con un impresionante salto, Bec aterrizó sobre Eitan, y éste cayó sobre el suelo. Alex, impresionado y a punto de reírse a carcajadas, esperó saber la razón de aquel horrible salto que por poco mata a su hermano.
-¡Oh, dios! ¡Qué golpe…! - se quejó Eitan - ¿Qué te pasa, loca?
-¡Tengo dos entradas para el próximo concierto del Canto del Loco! ¡AAAAH! – después de un beso, se levantó esperando una respuesta positiva de su chico. Él se incorporó, y después de limpiarse un poco el polvo de sus pantalones y recolocarse el flequillo, dijo con una enorme sonrisa:
-¿Pues a qué esperamos? – algo que hizo explotar a Rebeca de emoción, y provocó otro abrazo con salto mortal sobre él, volviendo a caer sobre el suelo.
-Jajaja, qué bonito es el amor, jajaja – dijo Alex a carcajadas.
-Muy gracioso – exclamó su hermano, dolorido.

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