miércoles, 20 de julio de 2011

Capítulo 26

Estuvimos trabajando en “Selwo Marina” todo el verano. Entrenamos, actuamos, aprendimos… más que nada sobre animales. Algunas veces, nos pedían que diésemos de comer a los leones marinos, a los pingüinos (que era lo más divertido), a los flamencos… Aprendimos lo que comía cada especie y disfrutamos mucho. Me acuerdo de nuestra primera actuación: al principio estábamos nerviosísimos. En el vestuario no parábamos de hablar y hablar de cualquier tema con tal de olvidarnos de nuestro dolor de barriga. Venía Alberto diciendo: - salís en diez minutos-. Todos: -¡¡Agg!!. Al poco tiempo, se asomaba de nuevo: - salís en cinco minutos- . Todos: - ¡¡¡¡Ainss!!!!... Hasta que salimos. ¡¡Y salió genial!! Los delfines se portaron muy bien, y nos reímos mucho. Nadamos, jugamos, bromeamos con el público… fue una auténtica locura, algo inolvidable.
Terminamos aquella aventura con pena porque, aunque era muy divertido, ya se acababa el verano y Robe estaba a punto de marcharse.  Estando ya a finales de agosto, le preparamos la mejor fiesta de despedida del mundo.  Con decir que duró veinticuatro horas no es suficiente, pues todos pusimos de nuestro empeño para que la fiesta fuese perfecta. Nos quedamos a dormir en casa de los gemelos, sin padres, con tele de plasma, películas, palomitas, comida, súper salón para hacer paranoias, tres litros de Coca-cola, e incluso un poco de alcohol. Aún así no pretendíamos hacer ninguna especie de botellón. Sólo pretendíamos divertirnos a lo grande esa noche, pues era la última que pasaríamos con Robe. Llegó el momento, a las 12.00 de la mañana nos encontrábamos todos en la estación de tren para despedirnos de él. Nos fuimos despidiendo, uno a uno, con lágrimas en los ojos, abrazos que duraban siglos porque nadie quería que acabasen, frases como <<nunca te olvidaré>>, <<que sepas que este siempre será tu hogar>>, <<las fiestas no serán lo mismo sin ti>>, o una que tocó el corazón de Robe, procedente de su mejor amigo Eitan: <<no habrá ola que me haga sonreír si no la comparto contigo>>.  Un último adiós montó a Robe en el tren y se marchó sin más, dejando un rastro de amistad.

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