lunes, 3 de octubre de 2011

Capítulo 48

-“Aquí acaba nuestra historia. Todo lo vivido, todo lo olvidado. Momentos felices, tristes y neutros. Nuestro amor no se convirtió en una rutina, amor mío. Se convirtió en una auténtica aventura que aún no quiero dejar atrás. Pensaste en mí algún día. Al menos uno de los muchos que hemos pasado juntos, sé que pensaste en mí. Yo, cariño, pienso en ti desde que vi por primera vez tus ojos. Y aún los sigo mirando con la misma intensidad, incluso con más. Por favor, no me dejes bajo esta lluvia de sufrimiento. No me abandones como a un pobre perro sin dueño. Te quiero, te querré siempre. No necesito verte ir para cambiar. Puedo hacerlo antes de que cojas ese tren. El tren de mi corazón roto… Como una canción de tu cantante favorito dice: Mi corazón está colgando en tus manos. Ten cuidado, una simple queja, o discusión de más, y le harás llorar. Por favor, niña de mis sueños, no me dejes solo. Si no acabaste satisfecha, puedes decirme qué hice mal, y te juro por mi vida que lo cambiaré, por ti. No, no te vayas. Oye al menos estas últimas palabras. De tus
labios no supe encontrar otra cosa más que amor. Ahora, solo puedo percibir en ellos un… Adiós”

-Qué triste… - mencionó Rebeca al descubrir mi cara, seria, más poética. – Ha sido… precioso.- Se tocó con ambas manos el corazón, mirando a la nada estupefacta por aquel mensaje. Realmente di en el clavo.

-Lo encontré en internet. Forma parte de un libro… pero no recuerdo su nombre. Es bonito, ¿verdad? Lo usaré para un ejercicio de Filosofía. Es un buen texto.

-Sí… me quedaré la próxima media hora reflexionando sobre lo que me has leído, Guille. –se rió dulcemente y nos levantamos para volver a casa después del duro día de universidad. Hoy Robe recogía a Ana con su coche y la llevaba a comer por ahí. Así que Bec y yo quedamos en el parque más cercano de ambos
centros para volver andando hasta el apartamento. Durante el camino le conté mis recientes encuentros con Mónica. Ella parecía muy interesada en el tema.

-Hemos estado quedando porque necesito practicar haciendo más fotos con modos nuevos de expectativas que he aprendido.

-Ya… - dijo con cierta ironía.

-¡Es cierto! Es una chica muy simpática, y según me ha contado, ella siempre soñaba con ser modelo. La vedad… es que no lo hace nada mal…

-La verdad… es que estás loquito por ella. – Negué con la cabeza acompañado de un: “No, no, no, no, no…” A lo que respondimos con unas carcajadas. Nos metimos en una calle llena de chalets iguales y blancos. Con la acerca recién pintada y los árboles perfectamente cuidados. Debíamos encontrarnos en una zona “privilegiada”.

-¿Y tú? ¿Qué novedad tienes que contarme?

-Pues… mmm… nada. – sonrió sin preocupaciones.

-¿Cómo que nada? Algo te habrá pasado en este último mes. Si no, es que estás muerta.

-… La verdad es que… últimamente Eitan anda un poco raro. – Le miré con curiosidad y a la vez sorpresa. Hace tan solo unas semanas andaban perfectamente. ¿Estarán cansándose de su relación? Espero que no…

-¿Qué ha pasado?

-No sé… será impresión mía. Pero está menos cariñoso, muy serio y parece preocupado por algo. He intentado sacar el tema. Pero siempre salta con algo distinto.

-Entonces es que pasa algo. ¿Qué podrá ser?

-No tengo ni idea, Guille… - puso carita de pucherito, y me pareció en ese momento la chica más mona del mundo. La estreché entre mis brazos mientras andábamos por aquellas lujosas calles e intenté calmarla. Al verle esa carita tan mona y la reacción que tuve de abrazarla, vinieron a mi cabeza imágenes de cuando Ana y yo nos llevábamos así de bien y pasábamos casi todo el tiempo juntos. Después, intenté quitármelo de la cabeza, pues su corazón ya tiene dueño.

-No te preocupes. Seguro que está algo agobiado con algo de la universidad. O será otra chica que no le deja en paz. Ya sabes lo gavilán que es. – Conseguí sacarle una bonita sonrisa. Ya me sentía mejor después de aquella imagen. – O tal vez… te necesita a ti.

-¿A mí? Pero si estoy con él todos los días.

-Estar con él en la misma casa no es lo mismo que darle cariñitos, ponerte juguetona… - me miró sin entender bien a lo que me refería. Y acompañado de una risita, aclaré a lo que me refería: - que te lo lleves a la cama, coño.

En ese momento ya habíamos dejado muy atrás las repelentes casas y estábamos casi en nuestro apartamento. Ambos nos burlábamos de mi gran aclaración, y como dos grandes amigos, disfrutamos de aquel bonito medio-día.




“La buona pasta”. Un magnífico restaurante italiano del que me habían hablado. Pero jamás había entrado allí en mis dos años en esta loca ciudad. Robe me abrió la puerta, dándome paso al aromático lugar. Qué bien olía allí. Me apeteció repentinamente una rica lasaña de carne. Nos sentamos en una acogedora mesa de dos, cerca de un viejo horno de leña de decoración.

Todo estaba bastante bien. Los picos alargados, la servilleta perfectamente colocada… y ese chico tan guapo sentado frente a mí.

-Gracias por invitarme, Robe, pero no tenías que hac…

-“¡Tutto per la mia ragazza preferita!” – Sonreí. Ahora mismo me lo comía.

-Pero…

-Shh, no lo estropees anda. Lo he hecho con todo mi cariño. Para ti. Y solo para ti. Quiero demostrarte que podemos estar juntos y que nada tiene motivos para impedírnoslo. Sé que seré padre de un niño que no tiene nada que ver contigo… pero no os dejaré. Ni a él, ni a ti.

-Eres increíble. Te quiero mucho, ¿sabes? – me incliné hacia él, llegando solo a la mitad de la mesa, mostrando una amplia sonrisa.

-Seguro que yo más a ti – él hizo igual, dándome un suave beso en los labios. Sonriendo como un niño… me dejó totalmente enamorada.
 

3 comentarios:

  1. Oishh!!! QUEMONOOOOOOOO!!!
    Me lo piiidooo... y al final... las sospechas de Eitan están equivocadas... pobricito... que susto se debió de dar, jaja.

    ResponderEliminar
  2. Rebeca, rebeca...¿Qué pasará con ella y eitan???
    Yo creo k bien no acabarán pero bueno...
    Y robe hay robe...¡Qué mono monísimo es! aiss me lo pidoooo!! xD
    Saludos^^

    ResponderEliminar
  3. Precioso, de verdad. Os sigo atentamente!
    Un abrazo

    ResponderEliminar